He podido ver algunas viejas publicaciones relacionadas con dos grandes obras de la provincia: las presas de Aldeadávila y Almendra. Aparte de su entusiasta descripción, lo mejor son las patrióticas alabanzas por la modernidad, el progreso y el desarrollo que suponen para la provincia de Salamanca. Ese futuro casi paradisiaco, décadas después se ha convertido en declive demográfico y económico casi irreversible. Pocas de esas infraestructuras, como la presa de Santa Teresa y sus regadíos, han tenido un verdadero impacto económico y social positivo para Salamanca.
Este tipo de obras, con grandes inversiones que acaban siendo de fondos públicos y beneficios privados, suponen un grave impacto en el entorno. Se sacrifican recursos de primer orden por un bien superior, aunque este no llegue. En la actualidad, con leyes para proteger nuestro entorno de nosotros mismos, es recurrente el argumento de que lo importante es generar empleo, da igual su calidad. Así se creó la Estación de esquí de La Covatilla.
Nadie duda de la necesidad de alentar, o crear, iniciativas económicas que mejoren la vida, o que la permitan, de quienes viven en estas tierras. Contando con fondos públicos. Por eso existen los grupos de acción local, aunque su encomiable labor no esté teniendo el éxito que debieran. Y en ese contexto se deben aprovechar las posibilidades de la Sierra de Béjar-Candelario. Quienes más se opusieron al proyecto en su momento así lo plantearon con sus alternativas, sin olvidar sus viejas demandas de un plan de desarrollo provincial serio y decidido. Sacrificar el Parque Natural no parece que haya aportado nada. Aunque teniendo en cuenta lo que cree la Junta en ellos no parece que su creación cambie las cosas, aunque al menos algo dejaremos para nuestros descendientes.
Después de una más que notable inversión de fondos públicos, puestos en manos de un intermediario (la eterna historia de este país) que se ha revelado innecesario como se predijo, el proyecto está en vía muerta. Incluso la gestión directa del Ayuntamiento de Béjar, según su alcalde y su máximo defensor, puede ser más barata. Es innegable que La Covatilla ha dinamizado en cierta medida la actividad económica de la zona, pero no la ha revitalizado. Béjar, y los pueblos del entorno, siguen perdiendo población. Todo parece indicar que el fracaso de alguna aventura urbanística especulativa, provoca que la gloriosa actuación empresarial de la Estación de esquí se derrumbe. A la vista de los resultados, la pregunta es ¿no se podía haber hecho de otra forma, como proponían sus detractores?. Y para finalizar, ante el fracaso del proyecto político que nos gobierna desde hace décadas, ¿alguien se va a tomar en serio el futuro de esta provincia?.
Aprovecho para hacer llegar mi solidaridad a quienes lucharon por conseguir una Salamanca mejor, discrepando de La Covatilla, y que parece que al final son los que visitan a la justicia. Aunque otros tengan una gestión poco transparente y que no parece que se quiera cuando menos aclarar.