Juan José Millás afirmaba en un durísimo artículo, que le estaban entrado ganas de "desapuntarse" del género humano. Tal vez sea porque las buenas noticias no abundan y nos estamos acostumbrando a convivir con todos esos dramas humanos de los que cada día tenemos noticia y que, desgraciadamente, nos muestran la parte más negra y perversa del actuar humano ¡Qué tiene que ocurrir para que se no revuelvan las tripas, para que saltemos del sillón! Lo cierto es que las buenas noticias también se producen y creo que merece la pena recuperar dos de ellas que, aunque no son de rabiosa actualidad, fueron en su día injustamente ninguneadas aunque su repercusión a nivel humano justifica su relevancia.
La primera de ellas, tiene que ver con una de las múltiples y desiguales luchas entre David contra y los poderosos Goliat, esta vez con un final esperanzador. Se trata del largo enfrentamiento de la "farmacia de los pobres" contra Novartis, el gigante suizo de la industria farmacéutica.
Novartis, parapetándose en una injusta ley de patentes y argumentando falsas innovaciones en sus productos, comercializa algunos medicamentos, de uso frecuente en el tratamiento del VIH, la malaria o el cáncer, hasta 180 veces más caros que los genéricos procedentes de la industria india. Pero el Tribunal Supremo del país asiático ha rechazado el recurso de la farmacéutica suiza que pierde así una importante batalla legal, lo que supondrá, para millones de personas un enorme alivio al poder acceder en adelante a tratamientos a unos precios razonables. La "farmacia de los pobres" cuenta entre sus clientes con muchos gobiernos, agencias de Naciones Unidas y Organizaciones No Gubernamentales.
Otras farmacéuticas como Pfizer o Roche tienen pendientes las apelaciones presentadas para conservar sus impresentables patentes, pero la sentencia de Novartis sienta un importante precedente y es sin duda un excelente noticia aunque queden aún muchas batallas por librar.
La segunda supone un formidable avance en la regulación del comercio de armas, hasta la fecha inexistente a nivel internacional. La Asamblea General de la Naciones Unidas aprobó hace apenas 1 año, por 154 votos a favor, 23 abstenciones y 3 en contra, el Tratado sobre el comercio de armas, con dos claros objetivos: establecer normas internacionales comunes lo más estrictas posible para regular o mejorar la regulación del comercio internacional de armas convencionales y prevenir y eliminar el tráfico ilícito de armas convencionales y prevenir su desvío. Esta resolución vine a poner algo de orden en la impunidad con la que actuaban los mal llamados "señores" de la guerra, adjetivo inapropiado ya que se trata sencillamente de traficantes y delincuentes.
Ambas noticias son, sin duda, hechos históricos que pueden salvar muchos millones de vidas y a los que en mi opinión no se ha prestado la atención que se debiera. Sé que muchas personas son escépticas antes temas de tanto alcance y llegan a dudar sus beneficios, pero el caso es que también se producen buenas noticias y que en la mayoría de los casos estas tienen que ver con la constancia y el empuje de la Sociedad Civil organizada que convive con nosotros y que ingratamente pasa desapercibida.
Porque la Sociedad Civil está constituida por gente normal. Gente que en este clima de frustración, rabia contenida y desesperanzas, se esfuerza por superar la adversidad. Grupos de padres y madres que se organizan para montar guardería compartidas en sus propios hogares y cuidar a sus hijos e hijas ante la imposibilidad de poder pagar este servicio a terceros. Casas particulares que ofrecen, a módicos precios menús del día.
Ciudadanos que prestan dinero a otros al margen del sistema bancario tradicional o intercambian, en sugerente trueque, su tiempo y sus conocimientos. Movimientos ciudadanos que se movilizan para reclamar sus derechos y los de otros, y van logrado importantes victorias: Stop Desahucios, marea blanca, marea verde, asociaciones de padres y madres que buscan recursos económicos para mantener los contratos de investigadores que puedan lograr avances en el tratamiento de enfermedades raras o mantener abiertos en verano los comedores escolares, etc.
Por tanto, todas esta buenas noticias tienen mucho que ver con la gente, con el compromiso, con el trabajo firme y constante de millones de personas en todo el mundo que termina por dar sus frutos y nos demuestra que los cambios son posibles cuando suponen un avance de la justicia social y cuentan con suficiente apoyo ciudadano.
Buenas noticias, fruto de malos tiempos. Realidades que, no sé si a Juan José Millás le pueden hacer cambiar de opinión ? yo desde luego no me "desapunto" - pero que ponen de manifiesto que hay razones para seguir creyendo en el poder de los ciudadanos y tener la certeza de que se pueden cambiar las cosas. Para todos ellos mi apoyo y admiración. El poder, el honesto y legítimo poder, está sin duda en sus manos.