OPINIóN
Actualizado 07/08/2014
Víctor Hernández

La banda sonora en el cine, desde sus inicios, ha tenido una intencionalidad determinada como ya comenté en un artículo anterior, dedicado a la música del cine, de este Mirador Musical. En aquel caso hice especial hincapié en la función de la música en el cine, en cuanto a su utilización en los orígenes del cine sonoro, pero ahora me centraré en la música como código de interacción con el público.

La música para el cine no puede, o al menos no debería, actuar como un medio que intoxique al oyente, es decir, no debe impedir pensar al oyente por sí mismo, sino ayudarle a meterse en la situación que está viendo como si él mismo fuese el protagonista de la acción. Así mismo, la música no debería servir para reafirmar el texto de esa acción sino para interpretarlo, no de manera fiel, sino ayudando a que la imagen fluya junto a la música de manera natural. No por ello, la música habrá de imitar a la imagen que se vea en pantalla, pero tampoco ser discreta.

Como vemos, hacer una composición para cine, no es algo sencillo si queremos unir todas estas premisas y además hacer que la música funcione a los oídos de los espectadores.

¿Qué ocurre con la música de intriga?, ¿por qué la música hace que mucho tiempo antes de que vaya a ocurrir algo en la pantalla nos sintamos tensos?

Porque la música creada de forma exclusiva para el cine, puede utilizarse como un medio más de manipulación afectiva, en ocasiones resultando un elemento tanto o más importante incluso que la propia imagen. La música nos hace ver en el cine cosas que sin ella no veríamos, o lo que veríamos de otro modo si no estuviera esa música concreta.

Estaré encantado de seguir hablando en sucesivos artículos de cómo actúa la música en la imagen, cómo la música manipula el tiempo en la pantalla y algunos ejemplos de cómo cambia una imagen dependiendo de la música que le acompañe.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >La intención de la banda sonora