Argumenta que estas propuesta lúdicas infantiles deberían forma parte del sistema educativo, ya que son "colectivas, fomentan la convivencia, la responsabilidad, la creatividad y todo el que llega es admitido"
Tomás Blanco ha participado en más de 70 publicaciones, tiene 71 años y cuatro nietos. Actualmente jubilado, ha trabajado como profesor, tanto de niños como de adultos, ya que estuvo destinado tres años en Zamora, catorce en Macotera y veinticinco en el Centro Ginés de los Ríos de la capital salmantina. Quizá por esta vinculación con la enseñanza o por su propio espíritu jovial, siempre ha tenido interés por los juegos tradicionales.
"Practique muchos de pequeño, primero en Pedrosillo de los Aires y luego en Salamanca, en lugares como las plazas de Bretón, San Cristóbal o San Julián, aunque la idea de un libro que los recopilase se concretó en 1991, gracias a la Diputación", explica el maestro.
'Para jugar como jugábamos' fue el título de aquel trabajo que la institución provincial editó en siete ocasiones y que en 2010 publicó Amarú. Del mismo modo, con el apoyo de la Librería Cervantes, vio la luz otro libro que, en realidad, era una prolongación del anterior y que se tituló 'Juegos tradicionales de adultos en la provincia de Salamanca'.
Juegos universales con raíces históricas
Por eso, Tomás Blanco ha investigado y se ha hecho un experto en estas propuestas lúdicas, que propaga en charlas y talleres. "Los juegos infantiles son universales y, de hecho, en los campamentos de refugiados que vemos en los telediarios, los niños juegan a lo mismo", afirma Blanco, al que se le iluminan los ojos cuando habla de este tema.
El origen de estas actividades está ligado con la historia de la humanidad. Así, "el escondite y la comba, que son los más populares se comenzaron a practicar en la Grecia Antigua, igual que las tabas o los bolos; la calva y la rana son propios de Salamanca, si bien esta última tiene sus raíces en Egipto; y la petanca, sin embargo, es mucho más reciente y llegó de Francia a principios de los 70".
Futuro asegurado
Blanco sostiene que los que más se han perdido son los juegos de salto "porque se realizaban en tierra o en eras y ahora es muy difícil, lo mismo sucede con el clavo".
En el polo opuesto, los que más perduran son los de perseguir como las cuatro esquinas, la bandera, el escondite? también se mantienen la comba, las canicas, las chapas, el diábolo, el yoyó o la peonza
Según cuenta este estudioso de las actividades recreativas, "anteriormente los juegos tradicionales eran muy sexistas (la comba sólo para las niñas y los de saltar para los niños), pero hoy en día esto ya no pasa".
En cualquier caso, Tomás Blanco asegura que los juegos tradicionales tienen futuro y nunca serán relegados por los más sofisticados, además, en su opinión deberían forma parte del sistema educativo, ya que son "colectivos, fomentan la convivencia, la responsabilidad, la creatividad y todo el que llega es admitido".