Por fin, los socialistas de Castilla y León han fijado el calendario "totalmente compartido" por las secretarías provinciales del partido y por la Ejecutiva Federal del PSOE, según el presidente de la Gestora, Jesús Quijano, para que los militantes de esta formación política elijan a su nuevo líder. Será el 4 de octubre con el objetivo de que el triunfador sea respaldado en el Congreso Extraordinario, previsto para el día 18 de ese mismo mes en Valladolid.
Los precandidatos tendrán que recoger avales a partir del 8 de septiembre durante un plazo de diez días y lograr al menos el apoyo del 5 por ciento de entre los 9.927 militantes que componen el censo para este proceso.
Así las cosas, ni que decir tiene que el preotoño se presenta calentito para los socialistas más que nada porque da la sensación de que el trabajo de cocina será arduo si de lo que se trata es de cerrar heridas abiertas.
La labor no será sencilla dado que los protagonismos de algunos están por encima del cambio en profundidad que está pidiendo a gritos el PSOE en Castilla y León, una formación que ha ido de mal en peor y a la que no le ha quedado más remedio que recurrir a históricos como Quijano para poner un poco de orden y de cordura.
Además, las citas electorales ?municipales, autonómicas y generales- están a la vuelta de la esquina y la faena que tienen por delante los socialistas en la región no es ninguna broma. Lo más sencillo ha sido, probablemente, dejar transcurrir el tiempo para que la bicefalia saltara por los aires y, a partir de ahí, actuar.
No había que ser muy hábil para prever que el invento de separar la secretaría general de la portavocía del Parlamento autonómico estaba condenado al fracaso a no ser que desde algunos sectores esto fuera lo que se buscaba.
En ocasiones, así es la política. Dejan que se equivoquen para que luego los contrarios salgan reforzados.