OPINIóN
Actualizado 29/07/2014
Joaquín Araújo

Comienza la producción de esporas de los heléchos: los botones del envés de sus hojas se tornan de color pardo oscuro y con sólo tocarlos desprenden miles de posibles futuros descendientes. Máximo de duración del día y del calor, que obliga al comienzo de la estivación de varias especies, como tencas y barbos, ranas y tritones, salamandras y, en parte, nuestro lagarto ocelado, que rehuyen las altas temperaturas reduciendo al mínimo su actividad e incluso aletargándose como hace el lirón careto. Con todo, es este el momento en que ponen las tortugas moras y los galápagos leprosos. Se forman las grandes concentraciones de libélulas. La hierba de Santiago, obedeciendo a su nombre, se hace una llamarada precisamente hacia el 25 de julio. Acapara la cigarra el oído. Y el contrapunto, si estamos en uno de nuestros mejores bosques, lo pone el corzo, que con sus "ladridos" cortos nos recuerda que ha comenzado su periodo de celo y sus apareamientos. Que los corcinos nazcan en la frontera de abril y mayo, es decir, casi nueve meses más tarde, se debe también a que los óvulos fecundados de estos cérvidos, corno los de varios mustélidos, no se fijan al útero y comienzan la gestación hasta finales de diciembre. En estos días los galápagos leprosos buscan un lugar donde poner sus huevos. Sobre las flores de la zanahoria silvestre se dan cita muchos coleópteros.

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