OPINIóN
Actualizado 28/07/2014
Lorenzo M. Bujosa Vadell

En este julio de fiestas, espantes y tracas finales nos aguardaban algunas novedades que no tienen desperdicio. Ni los que empezamos a peinar canas podemos poner esa expresión de suficiencia, de quien hace ver que ya lo ha visto todo; porque hay cosas que no habíamos visto.

Uno no había leído por ejemplo la deliciosa segunda parte de los Tres Mosqueteros,  y en estas largas noches veraniegas, antes de dormir,  en lugar de ver la nada continua en la pantalla de televisión,  se ha puesto a refrescar durante algunos minutos su apolillado francés y a cabalgar sobre la prosa de Dumas padre ?o de sus negros; otro día hablaremos de ello-. De este modo se ha encontrado con que veinte años después quienes eran amigos del alma y se entendían con la mirada forman dos bandos de enemigos recelosos a los que la propia memoria va convirtiendo en amigos algo desconfiados?

Dice el bolero que veinte años no es nada? Mentira descarada o ilusión optimista... Veinte años sobran para que ya no se nos reconozca? Optimismo veraniego no nos falta, pero argumentos para lo contrario tampoco. Veamos algunas ilustraciones más, esta vez de la imparable realidad.

El adalid de las virtudes catalanas a quien conocemos como Jordi Pujol, una vez se ha visto rodeado por verdaderas pruebas más que por indicios, ha tenido que proclamar su defraudación continuada durante decenios y se ha aplicado el penoso trámite que puso de moda otra personalidad por la que veinte años tampoco han pasado de balde: "Perdón, no lo volveré a hacer". Se ha caído un mito ?otro más- incluso para los furibundos centralistas que no quieran confesarlo, por mucho que las noticias que venían cayendo gota a gota desde hace años ya anunciaban que la cosa iba pintando poco clara.

El partido mayoritario de la leal oposición ha pretendido hacer sus movimientos para preparar la salvación de los muebles en el entretenido 2015 que nos espera. Valiente ha sido su apertura a los militantes y la confrontación de posiciones internas, que debería ser consustancial con los partidos políticos a los que se refiere el artículo sexto de nuestra vigente Constitución. Pero nada más terminado el trámite salen a la luz los resquemores, las críticas veladas, la imposición? Hablo de oídas, así que no se me tenga en cuenta la ausencia de precisión, pero el caso es que veinte años más tarde también al PSOE se le reconoce poco.

Y, desde luego, novedad inquietante es el curioso rigodón que están bailando algunos miembros del Partido Popular y sus acólitos de la prensa gubernamental con los supuestos movimientos antisistema o "anticasta", lo que ustedes prefieran. En definitiva con Pablemos o con Ada Colau. Todo ello propiciado por los palmeros de Planeta. Si pudiera poner aquí emoticonos, pondría aquí el que tiene los ojos como platos. Ya he leído a alguno que opina que se trata de una maniobra envolvente para minar las bases del PSOE. Hay otros que dicen que esto es jugar con fuego. A mí modestamente me suena a operación de supervivencia: toque a rebato para obtener apoyos de los "nuestros de toda la vida", sin querer aprender de la llamada de atención que ya les ha venido de las europeas, con el fin de mantenerse lo más posible en el machito. Objetivo inconfesado, aunque prioritario en más de uno de los partidos que han conseguido alguna vez tocar poder.

En definitiva, y volviendo por  donde empezamos, demasiadas veces el uno para todos que era el lema de la primera novela de D'Artagnan, se diluye o se transforma en esos escasos veinte años y quien va consiguiendo cosas tiende a mantenerlas bien agarradas por todos los medios ?a veces ilegales- para que no se escapen, sea dinero o sea mando en plaza? Habrá que estar atentos porque los lustros no se detienen.

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