OPINIóN
Actualizado 26/07/2014
Tomás González Blázquez

Dice la Real Academia Española que un escaño, antes de nada, es un "banco con respaldo en el que pueden sentarse tres o más personas". La segunda acepción, referida a los representantes de los ciudadanos, lo ha singularizado, mas no debieran sus ocupantes olvidar que los escaños son asiento compartido. Que el respaldo en que se apoyan no es otro que el brindado, casi siempre, a sus siglas más que a sus personas, pero un voto de confianza en todo caso. O de algo parecido a confianza.

 

Esta semana andaban revolucionados algunos muros de "amigos" en Facebook porque las Cortes de Castilla-La Mancha han decidido apretarse el cinturón. Ya no serán cuarenta y nueve los "cortesanos", sino treinta y tres. Ya no cobrarán un fijo, sino dietas por asistencia a plenos y comisiones. Lo que a ellos les sonaba mal, a mí me suena divinamente. Estaba tardando una de esas más que prescindibles cámaras legislativas autonómicas en ajustarse y recortarse en su rumbosa actividad. Con cada ley que aprueban estos parlamentos regionales, menos iguales ante la ley somos los españoles. Con cada normativa proyectada, redactada y votada que justifica ante los ojos de algunos su discutible existencia, más diferentes se hacen unas regiones de otras, y más se avanza hacia esa rotura del jarrón en diecisiete añicos para, entonces sí, separados ya, hacer uso del misterioso pegamento federal. No sé si Pedro, Cayo, Pablo y otros chicos del montón serán tan chapuceros como yo y se les quedarán, como a Mariano y a mí, las yemas de los dedos para el arrastre.

 

Si no hay otro remedio y los parlamentos autonómicos tienen que seguir existiendo (con sus diecisiete sistemas sanitarios y sus diecisiete sistemas educativos), si esa reforma constitucional que muchos vislumbran como la panacea para solucionar la "cuestión territorial" deriva en más divergencia y desunión, a algunos sólo nos quedará el premio de consolación de que se haya reducido el número de diputados en Castilla-La Mancha. Con poco nos conformamos. Nos basta un escaño duro e incómodo. Los de la casta escéptica ante esa cosa de "la España federal" somos así.

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