En este tiempo de ausencia se han escrito varias historias en las páginas de esta vida, una cartografía teñida de estados de ánimo, una brújula titubeante en un bajel repleto de personajes protagonistas.
Después de 13 años uno de los mejores periodistas que he conocido, Gabi, escribió en la columna de opinión del Diario de Andorra su "última" , un artículo en el que se despedía hasta siempre. No conozco a nadie como él, directo, crítico, irónico, satírico, nunca complaciente con trajes y corbatas de Hermes o Brioni, un espíritu libre en un mundo encorsetado. Con él descubrí a Buenafuente antes de "venderse" a la televisión en castellano, con él se podía conversar sin tapujos y sentirse cómodo entre las palabras.
En la travesía , una balsa de templanza incierta se debatía entre el amarre o su nuevo destino.
He de reconocer mi total desconexión con esta sección de opinión e incumplimiento de presentación de los textos por falta de inspiración durante algunas semanas, como ser humano inseguro que soy, espero que se pueda entender. Todo ello viene relacionado con un artículo titulado SOS Desaparecidos, la próxima semana hará un año que se abrió una herida que ignoramos cuando comenzará a cicatrizar, y duele escribir y pensar cuando no se quiere escribir ni pensar.
No quiero acabar triste pese a estarlo, hoy, a estas horas, dos amigas, dos buenas amigas, seguramente estén desveladas (es la una y cuarenta y cinco de la madrugada).
Me encantó la forma en la que Dori pudo despedirse de Antonia, "apestosa" le decía Antonia ante los arrumacos de su niña, nunca le di la vuelta a una palabra con tanto cariño, porque sin duda fue lo que quiso decir, conociéndolas a las tres, les pega, falta por mencionar a su otro Ángel de la guarda durante estos últimos tiempos, Conchi, horas de abnegación por amor puro y duro. Ojala todos los hijos fuéramos capaces de estar cerca de nuestros padres de esta manera hasta su último aliento.
Queridas amigas, va por Antonia, os queremos.