Acabo de regresar de Marruecos y después de una paliza física de la que creía no me iba a sobreponer me siento descansado psicológica y físicamente.
Me ha dado pena dejar a los chicos que se quedan los dos meses y están con una ternura y humanidad que emociona.
Se sienten como héroes aunque sean héroes a la fuerza como decía uno del frente Polisario, se sienten útiles y afortunados de lo que tienen aquí en España.
Hemos conseguido que entre el polvo del desierto, durmiendo en el suelo y lavando la ropa a mano tengan todo más limpio y ordenado. Se puede tener un humilde palacio en una haima y una pocilga en un chalé decía una de nuestras chicas.
Una con mucho glamour decía que nunca se imaginó usar el mismo agujero para la ducha y sus necesidades orgánicas. A medida que pasan los días van cambiando las prioridades y tienen más tiempo de hablar y descubrir nuevas facetas de la amistad.
Cuando la escasez les lleva a decir que esto sí que es una medida judicial y no Zambrana. Se pueden acomodar hasta en una cárcel pero no aquí, llevan sin fumar un porro quince días y dicen que ni han sentido el mono, algunos de los que están acostumbrados a fumar todos los días.
Se consiguen objetivos personales con los chicos que
aquí en España está siendo imposible por las múltiples interferencias de los señuelos de la vida fácil donde no se les encomiendan responsabilidades a los adolescentes, los adolescentes necesitan metas ambiciosas y solidarias donde emplear su volcán de energía. Necesitan menos sermones y más confianza en su potencial.
Les cuesta desprenderse de las comodidades y les produce mal humor. Pero cuando se ven en el desierto con las únicas cartas que jugar que sus propios recursos se sorprenden de las nuevas sonrisas y el nuevo bienestar.
Vivimos embotados entre televisiones repetitivas que dan las noticias con frivolidad de forma que todo suena igual. No resonamos ante trágicas realidades, y no tomamos partido en un cambio necesario de rumbo, nos sale ser apolíticos y cada uno salvar a los nuestros. Nos falta identidad, algo que también se crea allí en Marruecos a cargo de una misión. El parque infantil llevará el nombre de un alumno que murió, Juan Díez que también formó parte de este proyecto, con letras en hierro los chicos están modelando el nombre de su compañero que creyó que una vida mejor era posible al servicio de los demás. Nuestra pequeña revolución sigue en marcha no con ánimos conquistadores sino de descubrimiento de mundos alternativos.