Si el dinero caducase los bancos tendrían que reciclar su negociado y podríamos usar los locales climatizados para echar un mus, envidarle de farol a un fondo buitre y echarle un órdago a los que te quieren sacar de casa por pagarles la hipoteca con moneda a punto de perder su precio. Aunque nunca haya tenido valor.
Si el dinero caducase no lo guardaríamos en cerditos de barro, ni envuelto en calcetines bajo el colchón, ni detrás de una baldosa suelta en el suelo del salón. Si la moneda tuviera un tiempo limitado de uso y disfrute no le daríamos tanto valor. Y nadie querría tener billetes guardados porque sería como almacenar periódicos con noticias que, aunque sigan siendo las mismas, ya no lo son.
Si el dinero caducase, como ya avisa Qohelet -y esto es Palabra de Dios - no habría que preocuparse tanto de la vanidad de vanidades y pura vanidad, porque "el que ama el dinero no se sacia jamás, y al que ama la opulencia no le bastan sus ganancias". Lo dicho, "nada nuevo bajo el sol". El Eclesiastés otra vez.
Si el dinero caducase y esta regla tan simple lograra al fin globalizar la felicidad por su justicia, seguro que vendría alguien a jodernos la marrana. Y le daría la razón al capullo de Hobbes y trataría de devorarnos sin aullidos de luna llena ni necesidad de manada protectora. Amparándose en las normas, las leyes, el orden, la necesaria desigualdad que equilibra sociedades. Unos pocos arriba organizando la vida de la inmensa mayoría, aquí abajo. Nos convencerían de las bondades del dinero metiéndonos miedo con monstruos de color rojo y negro, con caos y fuego, con dolores desconocidos en miembros amputados de nuestro cuerpo. Y tratarían de aniquilar verdades fundamentales, axiomas irrefutables, sentencias radicales y contrastadas tales como la de que no hay nadie más pobre que el que solo tiene dinero.
Si la pasta caducase, si el precio y el valor del papel moneda no fuese acumulable quizá volviésemos al trueque, al trato personal, a preocuparnos menos por "tener", por poseer, por guardar. Y habría que cambiar. Para tener suelto. Sencillo, dicen los hermanos americanos.
Lo dejo escrito: Aunque no le pongan fecha a los billetes yo voy a invertir en el ser, en el compartir, en dejar que fluya la vida sin pensar en ahorrar. Voy a seguir dando gratis todo lo que gratis recibí.
Si el dinero se venciese, no vencería jamás.