La Sala Ciro Alegría de la Feria Internacional del Libro de Lima acoge un multitudinario acto de puesta de largo del último poemario del profesor y escritor hispanoperuano, colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA
Oficiando como maestro de ceremonias estuvo el editor Aldo Gutiérrez, quien, bajo el sello de Lancom, viene publicando la obra poética de Alencart, empezando por la completa antología "Monarquía del Asombro", aparecida el año pasado y presentada en la edición anterior de la Feria.
La primera intervención estuvo a cargo de Ricardo González Vigil, reconocido crítico literario peruano y catedrático de Literatura de la Universidad Católica, quien destacó el aporte de Alfredo Pérez Alencart de dar a conocer la obra de grandes autores latinoamericanos, entre ellos, los peruanos Emilio Adolfo Westphalen y Alejandro Romualdo, de modo que España tomara consciencia de la magnitud de los mismos. "Pero por fin Alfredo comenzó a difundir su propia obra con una 'ferocidad selvática', la cual ha sido traducida a diversos idiomas. Es sin duda el poeta peruano con mayor difusión internacional. Su corazón, formado en el hogar y en contacto con la naturaleza, es la base para que en la madurez asome su compromiso con Jesús, con el Evangelio... Su preocupación por ese pulmón del planeta que es la Amazonía le hace sufrir y de ahí nace el libro que hoy nos convoca".
Posteriormente tuvo la palabra el poeta Héctor Ñaupari, quien resaltó la calidad de la obra de Alencart, "un poeta de dos mundos que mucho viene aportando a la poesía en lengua castellana", recalcó. Ñaupari, que hizo estudios doctorales en Salamanca, también hizo un repaso de los libros publicados por el autor peruano-salmantino, haciendo especial hincapié en su loable labor cultural en la capital del Tormes. Del libro presentando alabó su manifiesto compromiso ético y ecológico, su magnífico lenguaje poético y su entrega permanente hacia su tierra primera, la Amazonía peruana.Finalmente, Alfredo Pérez Alencart agradeció a su editor, tanto por la apuesta en torno a su poesía como por el empeño en hacerla más conocida en su país de origen. Alencart se consideró "un aprendiz que algo ha ido mejorando a lo largo de los años", razón por la que ahora se atreve a dar a imprenta parte de la ingente producción que fue escribiendo en casi dos décadas de silencio y retiro interior. Comentó que este último libro sigue la senda de "Madre Selva", publicado en 2012, sólo que ahora hay una mudanza del encanto, y su canto es un clamor lírico ante los destrozos que se vienen perpetrando en la selva amazónica, especialmente en su departamento, Madre de Dios.
DOS POEMAS LEÍDOS EN EL ACTO DE LIMA
Para cerrar el acto, leyó varios de los cincuenta y dos poemas que contiene el libro. Dos de ellos los publicamos en primicia para los lectores de SALAMANCArtv AL DÍA, algo que agradecemos al autor.
TIERRAVERDE
Tierra que cabes
en el tamaño de mi corazón,
por la piel del ojo
eres todo cuanto miro
y siento
como filiación y
penúltimo encantamiento.
Tierra enraizada
a la semilla de la resurrección,
abro diálogo contigo
y me donas
la bandera de tu desgarrada
arboladura.
Te quiero
indefinidamente verde,
tierra que oyes
como tocan a tu puerta
mis temblorosos nudillos,
siempre acompañados
de mariposas verdes.
EL TORO HECHIZADO
Quizás yo sólo sea el reverso de una sombra
o la figura revelada bajo el último relámpago
sobre el paisaje de mi heredad,
allá donde estaba soñando el porvenir
montado sobre un toro tan antiguo como el amor,
más acá de la altura del barranco de los aguajales,
emplumado con calendarios que ignoran
la desaparición de tan verde lugar.
El toro es lo único que me resta de aquel paraíso.
Voy por sendas sobre tan noble animal
cuyo rugido es como rememoración del hechizo,
de todo lo que era posible entonces,
cuando cielos y bosques ensanchaban mi corazón.
Quizás mi destino se fraguó alrededor del toro
cuyas fuerzas no flaquean por su cuero
resbaloso de presagios.
Pero todo se confunde en la ceremonia
que dentellea lo dichoso en medio de árboles
ululantes al sentirme tras la ausencia.
Quizás mis pies trazaron en otra época la trocha
de libertad por el que me lleva el animal.
Al final del camino, el toro percibe
el mucho secreto de mi tristeza. Sabe de mí,
pues él mismo se grabó mi nombre en su frente.
Quizás yo sea el toro que recoge las sobras
del festín y entierra las patas en el suelo
de su viejo paraíso.
Texto y fotos de Jacqueline Alencar