Este fin de semana los dos grandes partidos de nuestro país nos darán clases de regeneración. Los tres candidatos del PSOE nos recordarán que han puesto en marcha un proceso de renovación interna para que la sociedad perciba su voluntad regeneradora de la vida política. Con independencia de quién gane, podemos imaginarnos los titulares del día siguiente recordándonos que además de haber ganado la democracia y la transparencia, se ha incrementado la confianza entre las bases y el aparato. Cospedal inaugura hoy la escuela de verano del PP, dedicada a transmitir mensajes de regeneración y democracia eficiente para que las medidas del gobierno se perciban como respuestas oportunas a las demandas de honestidad, transparencia y calidad en los servicios públicos.
Esta apelación a la regeneración no es propia de los grandes partidos porque también la encontramos en otros grupos como UpyD, cuya clave ideológica central se encuentra en los procesos de reanimación y revitalización de la actividad política. En el fondo de la apelación, siempre se trata de un proceso radicalizador donde se quiere que la política vuelva a sus raíces, vuelva a las fuentes de las que nació, porque las aguas se han contaminado o el caudal se ha secado. Regenerar es acercar la clase pol
ítica a los ciudadanos, distribuir mejor los recursos comunes, establecer controles normativos que penalicen la estructural tendencia a la corrupción y, sobre todo, sintonizar con las expectativas que los ciudadanos tienen para imaginar una sociedad más justa.
Cuando los partidos reivindican estos procesos de aproximación a la ciudadanía, deberían pensar más en los ciudadanos y menos en su propia posición como organización política. Sus mensajes deberían ser menos autistas y más convincentes, es decir, deberían ser respuestas a problemas reales del ciudadano más pobre y peor situado en la escala social. Para ello, los regeneradores deberían situarse en las periferias la política, visitar calles y escuelas, pasar tiempo en ambulatorios, urgencias y hospitales, hablar más con la gente peor situada o más desfavorecida.
Joaquín Costa, uno de los grandes regeneradores del pensamiento político español propuso entre sus medidas que se abaratara el pan y la carne porque la gente pasaba hambre; si hoy resucitara, además de pedir que también lo rescatasen a él, probablemente pediría que la administración administre (y pague puntualmente sus facturas), la sanidad sanee, la educación eduque y el gobierno gobierne.