OPINIóN
Actualizado 15/07/2014
Miguel Ángel Perfecto

El presidente de Gobierno, agobiado por la corrupción rampante de su partido, los problemas de Cataluña, la crisis económica que no cesa y las bajas expectativas electorales de su partido en las próximas elecciones se ha sacado de la manga un conejo llamado regeneración democrática. Regeneración que consiste simplemente en que los ciudadanos elijan directamente a sus alcaldes.

El necesario cambio en la ley electoral y en muchas otras leyes, incluyendo la reforma integral de la Constitución no implica necesariamente la regeneración democrática del país, entre otras cosas porque regenerar significa moralizar la vida pública y también la privada.

Regenerar significa denunciar y perseguir la corrupción a todos los niveles, llevando a los tribunales tanto a los corruptos, como a los que corrompen. Regenerar significa igualmente construir una sociedad con valores donde se cumplan todas las leyes por los ciudadanos, donde estos no se dediquen solamente a votar cada 4 años sino que sean como dice la Constitución los "soberanos", donde los partidos y los representantes políticos estén al servicio del pueblo y no de ellos mismos.

Regenerar significa, en fin,  que los medios económicos y financieros estén al servicio de la mayoría de la población y no impongan sus intereses a la ciudadanía.

Estamos por lo tanto ante una burda trampa del Gobierno que ve en peligro su mayoría en los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas de España y se saca de la manga un cambio legal que rompe las reglas del juego.

Desde luego, eso no tiene nada que ver con un regeneración democrática que debía empezar por limpiar el propio Partido del Gobierno de la corrupción, ni tampoco con una mejor representación popular.

 La elección de alcaldes por mayoría simple puede significar que un alcalde con el 20 % de los votos gobierne frente a una corporación que representa el 80% restante, sin que la mayoría de los concejales pueda cesarle, ni obligarle a dimitir.

Por otra parte, los grupos políticos minoritarios se quedarían en mucha peor situación que en la actualidad porque al impedirse las coaliciones electorales, en el caso de conseguir concejales en el municipio, serían unos meros convidados de piedra de las acciones y decisiones soberanas del alcalde.

Es evidente que el Partido Popular sigue sin oir el clamor de la ciudadanía mostrado tanto en las numerosas manifestaciones contra una política económica gravemente dañina, como en la últimas elecciones europeas.

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