Grúas, cepos, multas, tasas, impuestos, etc., etc., nos persiguen a pesar de que el automóvil sea la teta ubérrima de la que mana un inagotable caudal de recursos, porque saben que, al menos hasta ahora, pagamos sin rechistar.
Pasma la descarada exhibición de "hipocresía institucional" de que hacen gala nuestras distintas administraciones en todo lo que al automóvil se refiere. Nos cuelan el gol del carné por puntos (doce en concreto) con el falaz argumento de la disminución del número de muertos en carretera, al tiempo que nos venden coches cada vez más rápidos para conducir por rutas cada vez más deterioradas y vigiladas por un número cada vez mayor de "agentes recaudadores ". Y digo yo: si con 12 puntos hay X muertos menos, con 6 puntos habrá 2.X, con 3 puntos, 4.X y? ¡ya está!... ¡encontré la solución!; con cero puntos, es decir, sin carné, sin coches y sin carreteras habría? cero muertos? (¿a qué mola el silogismo?)
Es impresionante la clarividencia de nuestras administraciones (¿cómo habrán descubierto que por nuestro coche somos capaces de soportarlo todo?), así como su doble moral persiguiendo a muerte al automóvil.
Por eso, y mientras nos sigan cobrando con tamaño celo, debemos de hacer uso de todo aquello por lo que pagamos; las calles, con su nada despreciable impuesto de circulación de vehículos, los aparcamientos municipales (a pesar de sus precios) la gasolina con su descomunal carga impositiva... Otra cosa es que nuestra ciudad sea intransitable y no esté acondicionada para que podamos usarla porque quien nos cobra no nos da los servicios que debiera. (¡Por favor! no lo interpreten como una crítica al actual equipo de gobierno; aquí da igual la diestra que la siniestra)
Sugiero un "todos los días" con coches que puedan circular fluidamente porque se han eliminado la doble y la triple fila, porque los conductores que están permanentemente buscando aparcamiento tengan sus coches "fuera de circulación" en los innumerables y atractivos aparcamientos del centro y porque mucha gente, que (antiguamente, claro, en los tiempos del boom inmobiliario) se vio obligada a vivir en las urbanizaciones de la periferia por no poder pagar un piso en la ciudad debido al descontrolado precio del ladrillo, haya dejado su coche en los aparcamientos disuasorios que hay en las principales entradas y haya cogido el autobús que les lleva rápidamente al centro por el siempre despejado carril bus.
A lo mejor ese día dejo mi coche en casa? pero hasta entonces? ¡Con mi coche, sí!... a todas partes.