Nunca es suficiente, el tiempo transcurrido,
para hallar, con la razón, las claves del destino.
Si aplicas la experiencia, para alcanzar la fe,
recuerda la paciencia que, siempre, has de tener.
Ocupa tu conciencia de razones para el bien,
y hallarás en cada trance, la victoria de crecer.
Cuando todo termina y amaina el temporal,
queda en la memoria, la misma tempestad.
Si no conduces bien tu vida interior,
tendrás siempre cercana, la imagen del dolor.
Protege tu silencio con nutrida alegría.
Verás, cómo sin ruido, todo se suaviza.
Abraza pues la vida y acepta la muerte.
Constante, todo fluye; nada se pierde.
Las cosas que tenemos, ayudan, mientras vamos.
Pero, todas estorban, cuando regresamos.
Nada necesitas, si el cuerpo no requiere.
Toma para el alma, lo que al alma conviene.