OPINIóN
Actualizado 12/07/2014
Nunchi Prieto

Por fin, el pasado martes y tras varias semanas de dimes y diretes entre la Junta de Castilla y León, la Universidad y el Ayuntamiento de Salamanca se firmaba un convenio entre las tres instituciones para que las interminables obras del nuevo hospital de Salamanca pudieran reanudarse tras el parón sufrido por un conflicto de intereses ¿administrativos o políticos?

Menos mal que el Gobierno autonómico y el municipal están gobernados por el mismo partido político y que la institución académica depende en gran medida, sobre todo desde el punto de vista presupuestario, del Ejecutivo de Juan Vicente Herrera porque de lo contrario ¡qué locura!

Y mientras el espectáculo y el paripé que protagonizan los representantes públicos siguen su ritmo, el ciudadano -o mejor dicho el contribuyente- no da crédito a que unas obras continúen demorándose en el tiempo y no por falta de recursos económicos porque de hecho están presupuestados, sino porque todos quieren erigirse en protagonistas de una infraestructura que, probablemente, les dé muchos votos o les ayude a situarse en los primeros puestos de salida.  

Pero, como siempre, se olvidan de lo fundamental: la atención sanitaria que, al final, es lo que importa. Menos mal que, a pesar de las dificultades y no sólo monetarias en las que el personal presta sus servicios, la sanidad salmantina se encuentra entre las mejores, tanto desde el punto de vista asistencial como de investigación.

Para muestra, baste con citar el reciente trabajo realizado por un equipo de científicos del Grupo de Biología Molecular y Celular del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), en colaboración con el Hospital 12 de Octubre de Madrid, quienes han desarrollado una nueva tecnología que permitirá prever recaídas en pacientes con mieloma múltiple, uno de los cánceres más representativos de la médula ósea.

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