OPINIóN
Actualizado 11/07/2014
Marta Ferreira

Mañana, 12 de julio, se celebra el Día de la Justicia Gratuita. Considero, teniendo como tengo la posibilidad de exponer mi pensamiento, una obligación tratar el tema. Hace un tiempo abordé este mismo asunto desde la perspectiva de los profesionales que, voluntariamente y con, espero, vocación de servicio, participan en el sistema.

La justicia gratuita es un sistema instrumentado para prestar servicios jurídicos a aquellos ciudadanos que, viéndose en la necesidad de requerir este tipo de servicios, carecen de medios económicos para sufragarse un profesional de su elección. Puedo hablar, y hablo, del que se presta en Salamanca, y debo decir, con satisfacción, que se trata de un asunto especialmente cuidado y atendido al detalle desde el Colegio de Abogados, en primer lugar por su personal y en segundo, por todos los compañeros que lo integran, y que asumen sus casos con la misma responsabilidad y entrega que cualquier otro.

Hemos de estar orgullosos y agradecidos, como ciudadanos, de la posibilidad de acceder a los Tribunales de la mano del mejor profesional,  aun careciendo de medios,  y con todas las garantías, exactamente igual que si lo hubiésemos elegido, de poder  hacerlo.

En los últimos tiempos han aumentado, y no poco, las solicitudes de abogados del turno por parte de los ciudadanos, y es que  la situación económica que atraviesa este país nuestro  ha puesto en contacto, por desgracia, a la población con la necesidad: los constantes desahucios, despidos, modificaciones de medidas en los casos de divorcio respecto a las pensiones alimenticias? y otros tantos temas que desde nuestra posición como letrados hemos advertido muy de cerca.

Reivindico desde aquí, como lo hago siempre, la importancia del abogado honrado y con sentido de la justicia en la vida de las personas que se ven necesitadas de él en situaciones, casi siempre, indeseadas. Considero parte de nuestra labor profesional, además de la prestación de todo nuestro conocimiento técnico, la humanidad y la capacidad de empatía con el cliente y creo que  cualquier abogado que se precie de serlo debe ver que detrás de un cliente lo que hay es un ser humano cargado de problemas y necesitado de ayuda. No digo que debamos solucionar aquello que, bien no es de nuestra incumbencia o que va más allá de nuestro trabajo, pero sí que creo, y es una de las partes que más me motiva de mi profesión, que un tratamiento cercano, una palabra adecuada y cierta humanidad son obligación en un buen profesional.

Que el turno de oficio es susceptible de mejora, no lo pongo en duda, pero tampoco me cabe ninguna de que se hace lo mejor que se puede dentro de los recursos con que se cuenta para ello. Los mejores profesionales y profesionales comprometidos, muchos de ellos con vocación de servicio al ciudadano y con sentido de la justicia social, están disponibles los 365 días del año para quienes puedan necesitarlos. Se trabaja para hacerlo todo lo bien que se puede y se lucha por quienes en algunos casos ya no tienen nada que perder? y ahí, en ese instante, cuando la realidad nos enfrenta con lo más duro de vidas ajenas y podemos hacer algo por colaborar con nuestro trabajo (y con nuestras personas) sé que no me equivoqué al dedicarme a esto y que si la justicia gratuita supone un atisbo de esperanza para quien  pocas tiene, el sistema funciona.

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