OPINIóN
Actualizado 08/07/2014
Miguel Ángel Perfecto

Hace unos días leíamos en un periódico nacional una sensacional entrevista al nuevo embajador norteamericano en España James Costos y a su pareja, Mr Smith. El embajador, ex-ejecutivo de la cadena HBO no oculta su relación gay con uno de los más importantes diseñadores de Estados Unidos.

A lo largo de la entrevista pudimos apreciar la normalidad del trato entre el embajador y su pareja rompiendo muchos esquemas machistas y homófobos  de aquellos que desprecian a las personas, hombres o mujeres que sienten preferencia sexual por las personas de su propio sexo.

Ciertamente, en nuestro país hemos avanzado un gran trecho en la aceptación legal y social de la igualdad sexual con las medidas que tomó el Gobierno de Zapatero sobre el matrimonio homosexual y las adopciones.

La visibilidad cada vez mayor del colectivo gay es una buena noticia para toda la sociedad española que comienza a valorar con mayor naturalidad a la gente al margen de sus preferencias sexuales.

¡Qué distintos eran aquellos tiempos, lejanos tiempos del Franquismo cuando a los homosexuales se les aplicaba la ley de vagos y maleantes, se les internaba en las cárceles o en psiquiátricos por el único delito de amar de diferente manera.

En las cárceles eran siempre maltratados y violados tanto por los propios carceleros , como por el resto de los presos que canalizaban su brutalidad homófoba hacia ellos.

En los psiquiátricos, terribles instituciones donde se les intentaba "curar su enfermedad" a base de procedimientos que hoy en día consideramos inhumanos y salvajes como los electro-shocks

Los años oscuros de la dictadura fueron mucho más duros para los homosexuales y las lesbianas obligados a esconderse de sí mismos, a no salir del armario al que la sociedad y las iglesias los sometían.

La sociedad de hoy en día tendría que homenajear a aquellos hombres y mujeres que a pesar de las humillaciones que sufrieron nunca perdieron su dignidad de seres humanos.

Sin embargo, el camino de la igualdad plena no se ha conseguido todavía a pesar de los cambios legislativos de los últimos años. Todavía hoy los homosexuales tienen que seguir viviendo en guetos territoriales, en barrios gay donde se sienten más seguros y pueden vivir con normalidad. Todavía hoy fanáticos expertos universitarios, animados y jaleados por una derecha vergonzosa, siguen enseñando que ser homosexual es oprobioso, un error de la naturaleza, una perversión social.

 El camino hacia la plena igualdad es muy largo, igual que la liberación de la mujer de la tiranía patriarcal del hombre ha sido un camino lleno de dificultades, la aceptación natural de las personas homosexuales al mismo nivel que las personas heterosexuales no va a estar exento de espinas.

El aprendizaje de la tolerancia y el respeto a los demás desde la escuela es la única manera de que cambie esta mentalidad malsana que condena a unas personas por el simple y hermosos hecho de querer diferente.

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