OPINIóN
Actualizado 02/07/2014
Miguel Mayoral

Los días pasan y los ciudadanos acusamos la crisis entre el cansancio y la acritud. Por un lado algunos preferiríamos no leer ni escuchar ninguna noticia. Pero al final acabamos escuchando o leyendo para ver que se cuece. Pero, ¿realmente sabemos lo que sucede?

 

Si sabemos que España fue durante siete años, como decimos en Castilla, "La Casa de tócame Roque". En que la algarabía y el descontrol campaban a sus anchas. Actitud propia de quiénes afirmaban, como alguna exministra, que "el dinero público no es de nadie. Hay más dichos de la sabiduría popular castellana como el que dice: "No compres a quién compró, compra a quién heredó, porque el que ha heredado, no sabe cuánto ha costado reunir un pequeño capital y lo malgasta".

 

El que compró o compra con su esfuerzo sabe cuanto esfuerzo supone, prosperar, trabajando y mantener lo comprado. Se ha despilfarrado dinero a manos llenas cualquiera, español o no, ha recibido 400 euros, unos miles de euros por parir en España, etc, etc, etc ? Lo malo es que mucho o la mayoría de ese dinero está ahora en el Africa subsahariana o en Hispanoamérica, y al país no le ha reportado nada. Hemos sido más solidarios de la cuenta con un dinero que se decía no era de nadie. Ahora estamos sólos con otros gestores.

 

¿Aprenderán algún día los partidos a usar las palabras y los términos exactos? ¿A explicar la realidad sin maquearla como se dice ahora? Para ellos todos somos compañeros, todos somos iguales, eso sí cuando el que habla o toma la batuta está arriba. La realidad es que todavía están discutiendo lo de los "miembros" y "miembras", y para mayor pena se sigue sin distinguir el "soldado" de la  "soldada", y el general de la generala. Que nos quieren transmitir después de que desde Europa nos han vuelto a decir que hay que seguir recortando. Y lo peor que si te despiden tendremos que pagar a Hacienda.

 

Por otro lado los partidos nacionalistas nos muestran su malestar con sus o los presupuestos, como granujillas de mercadillo, para poder chantajear al gobierno como han venido haciendo durante tantas legislaturas. Unos y otros parece que ahora no ofrecen sus votos..., los venden, y ahora resulta que no tienen comprador. Los ciudadanos, españoles todos como decían antaño, les cerramos el negocio esta vez. Llevamos varias décadas atribuyendo a los nacionalistas más inteligencia que la que les cabe. Por lo menos por una vez asistimos a un momento en que las mayorías gobiernan sobre las minorías. Es decir, a la verdadera democracia, que no debería ser la de las taifas.

 

Hoy nos podemos preguntar: ¿Quién ha negado el acceso a la eduación de las familias? La respuesta es muy amplia. Una cosa es un puesto en un pupitre y otra cosa han sido las leyes socialistas que desde 1982 han dado acceso a todos a una educación de bajo nivel y sin valor alguno, que es algo a estas alturas muy difícil de reformar porque la sociedad ya tiene asumido el slogan del "todo vale" o el "da igual" o "el esfuerzo cero". Lo que ha dado como resultado varias generaciones de una amplia mayoría que no lee, iletrada y que carece de una rápida capacidad de análisis.

 

Por lo demás la solución de cualquier crisis pasa por una contención del déficit en el sector público. Pero en este caso la crisis va mucho más allá. No ha sido el Estado, ni los ciudadanos los verdaderos causantes de la crisis. Han sido los bancos y las entidades financieras y la falta de control por parte de los estados de los mercados financieros internacionales. Los que deberían haber pagado la crisis son éstos, los verdaderos protagonistas. Hasta que los Estados con mayúsculas no pongan freno, la crisis no parará, no se pueden estar pagando día tras otro intereses de los intereses a costa de los ciudadanos que no tienen la culpa. Porque al final sin consumo no se recaudan impuestos y acabará por no circular el dinero, por mucho que nos digan de que existen nuevos brotes verdes aunque esta vez para los de siempre.

 

El mayor problema es que más allá de la demagogia y la tentación populista, existe una cosa que se llaman cifras, números, matemáticas, finanzas, mercados de deuda, tipos de interés, compromisos internacionales, cifras de competitividad, mercado de derivados, costes, presupuestos, etc. Cosas aburridas y con poco gracejo, pero indispensables para que funcionen las cosas. El problema está en que los ciudadanos de a pie no suelen tener mucha idea de la sala de máquinas de un Estado y menos de cómo funciona, y el político de a tribuna, sabiendo como funciona, calla la mitad y agita a las masas para que aplaudan su opera particular.

 

Una gran mayoría de ciudadanos, como históricamente hemos visto, tiende a creer que el dinero brota del Estado como agua de manantial, y que al partido gobernante le gusta recortar porque es cachondo y "quieren acabar con todo" porque da un morbo especial. Lema de la profundidad intelectual de un charco, y que creen que vale para un roto y un descosido.

 

Es sabido de que el dinero de los contribuyentes debe o debería revertir en los contribuyentes. Eso es lo que debería suceder en todos los países democráticos del mundo. Pero en esta crisis parece que los impuestos sirven para beneficiar a los de fuera, esos supuestos mercados financieros en los que también algunos estados se aprovechan de los más débiles.

 

Es chocante por otro lado que con la tan discutida "amplia mayoría", el actual gobierno se esté pensando el tema de la televisión pública cuando ya se deberían haber tomado decisiones con respecto a la programación y a la línea de los informativos. Cada día es más patente en el aire el pesimismo indignado ante una falta de soluciones o de liderazgo que se respira por todas partes, y que, en verdad, puede llevar a la separación entre clase política y ciudadanos. Y a que el mal avance porque los hombres buenos no hacen nada.

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