Estoy preocupado por lo que me cuentan mis ex compañeros profesores de Religión. Tal y como está quedando la asignatura, puede que su horario se reduzca a la mitad en Primaria y que deje de ser de obligada oferta para los Centros en Bachillerato. Aunque hay unos acuerdos Iglesia-Estado español en vigor y con rango de Ley Orgánica, dado su carácter internacional, el Gobierno está dispuesto, también este, a saltarse la Ley por la vía de los hechos políticos consumados. Una zancadilla más al Estado de Derecho. ¿Consecuencias? Profesores al paro o reducción de las horas de contrato. ¿Más consecuencias? La Religión, excluida del diálogo con la cultura en el Bachillerato en la Escuela Pública.
Nuestros políticos ?todos- deberían hacérselo mirar. Las últimas Elecciones al parlamento Europeo indican claramente la necesidad de una regeneración democrática urgente. ¿Y de dónde van a salir los políticos honrados, bien formados, con experiencia de diálogo y convivencia con compañeros de otras ideologías y gustos políticos? De dos canteras posibles: 1) los Colegios y Universidades privados de iniciativa social de la Iglesia. 2) De la Escuela y de las Universidades Públicas. Pero si en estas se ningunea la asignatura de Religión, la gente honrada que salga de allí carecerá del debido ejercicio de tolerancia y convivencia con compañeros cristianos, que no dispondrán de un sistema natural de formación en el ambiente natural, que es el aula. En resumen: una Escuela Pública empobrecida ideológicamente, porque una parte de alumnos y alumnas, pronto futuros ciudadanos, no podrá entrenarse a vivir con naturalidad en el aula lo que viven en la parroquia, en la familia, en la Cofradía, en la Comunidad juvenil o donde sea: la fe cristiana.
Los que acumulamos años y decepciones hemos tenido que hacer de la necesidad virtud poniendo en práctica dos ocurrencias: 1) 'Contra Franco vivíamos mejor'. Por lo menos teníamos la ilusión de la democracia por venir, no el fiasco de una democracia formal necesitada de urgente reforma que nos abruma actualmente. 2) Al menos los profesores de Religión van a tener que empezar a pensar que 'contra la izquierda vivíamos mejor' porque, por lo menos, se nos dejaba ejercer, sin cortarnos una de las dos alas, que eso significa ?o puede significar- la reforma Wert: cortar la mitad de horas de religión.
A mí me sabe mal votar a los que han querido echarme de la escuela durante los últimos años, pero estoy pensando que si no apoyo activamente a los amigos de Wert y me sumo a la abstención o al voto en blanco, mis compañeros profesores de Religión, los pocos que queden, podrán seguir practicando lo de 'contra la izquierda vivíamos mejor'. Y, de paso, los padres seguirán teniendo ocasión de decidir si quieren educar a sus hijos en lo políticamente correcto (¿Religión? No gracias) o se atreverán a apostar por valores que duren más de una legislatura, que eso es lo que llevan demostrando los profes de Reli desde la Transición. Y la Conferencia Episcopal podría hacer examen de conciencia a ver si no se equivocó decidiendo no apostar por unas oposiciones a profesor ?mayoría profesoras- de religión.