Día 18 de junio, 21 horas, y parece que el asfalto, la hierba, las aceras, se han tragado a la gente.
No hay nadie fuera de las casas, por aquí no hay bares, así que no se ve a ninguna alma, ni descarriada. Abro la ventana y empiezo a oír jaleo: niños y mayores opinan sobre los nombres encargados de salir a la arena, perdón, al césped. Niños que, a duras penas aprueban su curso de ESO o de lo que sea, saben el nombre, filiación, estilo,? de todos y cada uno de los jugadores españoles y algunos extranjeros.
Sé que no tardarán en emitir gritos insoportables e inútiles, darán patadas a su balón y lo estrellarán contra alguna de las paredes de las casas, insultarán al seleccionador, al árbitro, a la línea del campo, a la mosca que pasaba por allí,? imitando a la perfección a sus estresados padres. La cuestión es hacer ruido y demostrar que se lleva el fútbol en el corazón.
Tema ruido: hace unos días multaron a un gran guitarrista que tocaba en la calle por eso, por tocar en la calle a las 12 de la mañana, son las normas del Ayuntamiento: no se debe molestar con ruidos al vecindario.
En la Plaza Mayor y en muchos de los bares de Salamanca hay unas terrazas estupendas que para estos eventos futbolísticos lucen unas pantallas de televisión más estupendas todavía y que congregan a muchos ciudadanos cuya única intención, en tardes como esta, es animar inútilmente a los jugadores de un equipo que, a miles de kilómetros, están corriendo detrás de un balón para ganar una prima económica que contiene más ceros que todo el sueldo que cualquiera de nosotros pueda cobrar en un año e, incluso, en una vida. Cuando el balón roce un larguero de una portería o, incluso, sólo roce a un delantero y todas las gargantas a la vez griten, como sólo los aficionados saben gritar, el Ayuntamiento no pondrá a ejercer a sus empleados las normas contra el ruido. Esto no molesta a los vecinos,? Se me ocurre pensar que se debe a que son parte implicada en esta emoción y expresión de "españolismo".
Pues quien tocaba en la calle y fue multado también era español, de Salamanca y tocaba la guitarra española y el vecindario creo que no se quejaba, porque en la Plaza de Anaya hay poco vecindario. Ah, y era sólo una persona que trata de ganarse un dinero y que además, anima a los turistas en sus idas y venidas y hace el paseo más placentero.
En los bares, hay más de una persona diciendo barbaridades al unísono (no repito la que acabo de oír, imagino que porque no ha llegado a ser gol lo que casi parecía), pero eso no molesta a los vecinos, porque, en esto seguro que ha pensado el Ayuntamiento y por eso su manera de actuar es impecablemente correcta, todos los vecinos están en la calle haciendo lo mismo.
¡Qué incomprensible me resulta este mundo a veces! Sobre todo cuando todos son como corderos y ninguno se escapa del rebaño de lo absurdo.
21,30h. Creo que el partido ni chus, ni mus, ni bicicleta. Yo me voy de paseo, que hoy no hay tumultos y nadie me va a pasar una pelota para que la patee.
23,50: Fin del partido, todos sabemos el resultado. Delante de casa dos padres discuten a voces porque sus hijos, que jugaban con otros 20 (mientras era retransmitido el partido) se han dado una cachetada. ¡La ira de los padres es muy significativa! Menos mal que sus hijos sólo se dieron una bofetada.
Posiblemente por ignorancia pero, yo, al fútbol, perdónenme, no le encuentro ni la poesía ni la gracia.