Debemos ser conscientes de la existencia de una gran variedad de estilos musicales, a pesar de lo cual, la posibilidad de que nos gusten todos es mínima. Incluso dentro de un estilo, vamos a encontrar canciones que no nos gusten.
Esto es tan natural como que no a todo el mundo nos gustan todos los colores o todos los sabores. No significa que tú tengas la razón. Hay que aprender a permitir las opiniones de los demás, porque para lo que uno puede ser una aberración para otro puede ser algo muy acertado.
La complejidad de algunos temas aumenta a medida que profundizamos en ellos, aunque esto no quita para que todos nos animemos a opinar sobre ellos, sobre todo cuando es un trabajo que tiene que ver con el mundo del arte y aún más si lo ha hecho otro. Está bien opinar pero no hacer de menos a la gente. A mí me da mucha rabia cuando algunas personas, solo por el hecho de querer intentar aparentar que saben mucho sobre un tema (que habitualmente no controlan), desprestigian la opinión de los demás a favor de la suya.
La música es un mundo de todos y aunque a oídos de los demás hay muchas interpretaciones, para el compositor solo hay una. Pero, si no eres el compositor ¿cómo puedes estar seguro de que no te equivocas?
En el mundo del audiovisual, en el que se conjugan tanto la interpretación (ya sea de personajes reales como de dibujos animados) como la música; refiriéndome al cine, al teatro, a performances, a musicales, etc., la música tiene que actuar como hilo conductor para el total entendimiento de la idea primigenia que el director quiere mostrar al público. Si un director no sabe de música y solo se guía por su gusto personal y por la música que tiene en su discoteca, solo va a conseguir desenfocar y empañar la visión que tengamos al final de la visualización. En definitiva no nos ayudará a pillar el mensaje o la moraleja.
Por eso advierto que hay que opinar, pero también dejar hacer el trabajo de quien ha conseguido logros en su carrera musical porque si no, se acabará cayendo en un error que perjudicará tanto a la obra como a la empresa, y muchas veces remontar un fracaso como director de una película, de un musical o de una compañía de artes escénicas no es fácil, porque lo normal es que no nos gastemos el dinero en un nuevo proyecto de alguien que anteriormente o no entendimos o no nos gustó.
Advierto también que hay algunos talleres para los más pequeños que llevan como título "música" o "canto", en los que los niños, lejos de aprender algo de música solo se van a dedicar a hacer actividades de karaoke y poco más, pero eso sí, las empresas que los ofrecen creen cubrir el expediente al ayudar a los padres a tenerlos entretenidos un mes y por supuesto hacer (nunca mejor dicho) el agosto. Recomiendo a esos padres interesados, informarse en esos centros de la metodología musical que van a seguir sus hijos, porque desde luego para cantar karaoke ya están el SingStar y la casa de los abuelos.