OPINIóN
Actualizado 24/06/2014
Charo Alonso

Eso de cruzarse de brazos en plan enfurruñe es propio de mi dilecto sobrino, ese que, con dos años y medio, ya tiene claro que es del Atletí ?lo cual en medio de una familia fanática del Barça tiene bemoles- que el puré se lo come su santa madre y que hay que ir al parque aunque caigan chuzos de punta o se deshagan de calor las baldosas. Mi sobrino no sabe lo que es el soberanismo, pero es igual de cabezota de aquellos que, invitados a un acto, son incapaces de mostrar un mínimo de educación. Y ojo, que el niño es educado, sobre todo si el ojo de padre y madre cae amenazador sobre su cabeza de querubín. Hay actitudes que son de vergüenza ajena, sin embargo, en medio de la euforia general, los vítores, las flores y los aciertos de un día histórico, ciertos gestos pasan desapercibidos porque la grandeza acaba relegando esa mezquindad abyecta y cuasi infantil que destilan ciertos presidentes de su rincón autonómico con grandezas de villano en su rincón. Ojo, no pretendo que todo el mundo agite la banderita y se incline ante Felipe con una genuflexión exagerada como las que se vieron en esa ceremonia un tanto ridícula del besamanos ¿Quién fue el descelebrado que invitó a Bisbal? Sin embargo si abogo por no exhibir ahora el republicanismo como un accesorio de primavera verano y por no hacer en público la muestra infantil de un cabreo de patio de escuela. Un mínimo de decoro y de corrección se le pide a cualquiera, y si hasta una niña de seis años es capaz de mantener la compostura, un hombre hecho y derecho y hasta molt honorable debería con más razón ser un invitado correcto que no obsequioso. Puesto a pensar en su falta de gallardía, me disculpa el señor Mas, pero yo no le aplaudo? y que se prepare mi sobrino, que en el momento en que su madre le echa el ojo en pleno cabreo tenemos conflicto estatutario. Afirmo.

 

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