Ayer iniciaba su nueva andadura de Rey el que hasta ahora era Príncipe de Asturias. Su nuevo nombre ya lo conocemos: Felipe VI.
Estamos también viviendo todas las emociones de los diversos partidos de fútbol en la competición mundial que estos días se desarrolla en el Brasil.
La nueva etapa que nos toca vivir en España bajo la singladura del nuevo Rey es como un gran partido. Un partido que tenemos que jugar entre todos.
El Rey, según la Constitución, tiene funciones de árbitro: reina pero no gobierna. Sin embargo, puede ser un árbitro que aliente, anime, acompañe y estimule; o puede ser un árbitro que entorpezca, retarde, y hasta juegue a favor del contrario.
En el partido se puede jugar por el centro, en la delantera o a la defensiva. Se puede avanzar por la derecha o por la izquierda. Se puede dar juego al equipo o jugar individualmente y ser un aprovechado. Del juego de la vida sabemos todos bastante. Una buena política es la que busca el bien común, que es el bien de todos, o por lo menos el de la mayoría. Pero en el juego puede haber incluso quien juegue a favor del contrario o meta goles en la propia portería. Todos tenemos tentaciones de aprovecharnos y olvidar el juego de equipo.
Con la llegada del nuevo Rey, se abre una buena ocasión para replantearnos la estrategia del juego, no sólo la de monarquía o república, sino ver por dónde tiran los que no tienen exactamente los mismos objetivos -políticos, sociales, regionales, religiosos, morales- que nosotros, y plantearnos la estrategia de defensa o ataque, según convenga, pero a ser posible, siempre con espíritu deportivo y sin dramatismos ni actitudes trágicas, a las cuales somos bastante dados en España.
Aquí sí que necesitamos estar todos con la roja. Y buscar el mejor de los triunfos. Pero estar también dispuestos a admitir las derrotas sin desalientos y siempre preparados para recomenzar.
Tenemos un nuevo Rey, un nuevo árbitro. Comienza el juego. Aquí jugamos todos. Y no tenemos que dejar lugar a que se rompa la baraja. ¡Viva el Rey! ¡Viva España! Hagan juego, señores, hagan juego.