OPINIóN
Actualizado 18/06/2014
Fernando Segovia

Por estas tierras del oeste solemos reivindicar ayudas de todos lados sin que nos hagan demasiado caso. Es verdad que hemos llegado tarde a casi todo. El desarrollismo nos pilla al final de la cola siempre. Y solemos llorar, llorar bastante. Pero mucho más no hacemos.

   Vivir, vivir, pues de los servicios generalmente. Las administraciones y sus funcionarios (de educación en su mayoría), de la hostelería y derivados por la importancia de la población joven y flotante, y algo, no demasiado, del sector primario del campo y de la construcción mientras duró ese idilio en todo el país. Poco más. Claro que tampoco somos muchos (unos trescientos mil) y nos vamos apañando sin demasiadas aspiraciones. ¿Perspectivas? Escasas, muy escasas. Pues seguir así, en mayor medida. Que esto no se nos acabe parando del todo.

   Para ello primero y principal, que no se escapen más estudiantes. Sujetarlos como sea (mejor con calidad en la enseñanza que con otras vacuidades). Que los visitantes de jornada o de fin de semana se queden un par de días más y vengan más veces. Y que se siga comiendo jamón y chorizo y chuletones con marchamos verdaderos o falsos, pero que se coman con gusto. Y como bien se ve todo esto que enumero es coyuntural siempre. A expensas de los que quieran venir y consumir de fuera. Ese es nuestro sino.

  Pienso que podríamos inventar (inventar de verdad, no inventitos al uso) algo que no nos creara tanta dependencia del "turismo" educacional y de ocio. O dejar que otros vengan a explotar nuestros recursos (mineros, por ejemplo) sin ponerles demasiadas trabas para ello. Crear riqueza y tejido productivo (y subsiguiente empleo). Pero eso es sumamente difícil. Con este espíritu emprendedor y conservacionista (además de conservador) lo tenemos claro. Sólo la hostelería parece ir por delante y ponerse las pilas a tiempo, pero nada más. Así que: patada a seguir y adelantar las líneas, que dicen los del rugby.

 

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