Patologismos sociales

Existen patologías sociales crónicas, ocasionadas por gérmenes humanos, más perjudiciales que las plagas bíblicas, las pestes negras y cualquier pandemia, pues tales patologismos tienen irremediables efectos colectivos que afectan severamente a la salud democrática y la convivencia ciudadana.

Estando así las cosas, es bueno reflexionar sobre ello, asomarnos juntos al microscopio mental que permite visualizar estas células malignas, desvelar las patologías que producen y buscar entre todos un tratamiento que las extermine, antes de que se nos cuelen de rondón en nuestras vidas convirtiendo en rutinario lo detestable.

Encontramos definido el término Patologismo en el Diccionario de Vocablos Redimidos, como una alteración en la estructura interna de la conciencia social producida por el VIM (Virus de Inmunodeficiencia Mental) huésped del cuerpo social que reduce a la nada el espacio de la ética natural, anulando la voluntad colectiva, resignada a un fatalismo inevitable en manos de mercaderes patologistas que comercian con la ley moral, ante el asombro de la mayoría silenciosa.

Tal situación nos obliga a distinguir el honrado oficio del periodismo, del patológico periocismo. En nada se parece el noble patriotismo, al cínico patrioterismo; ni se asemeja el fidelismo al humillante servilismo. Tampoco es bueno confundir el señorial localismo con el vulgar aldeanismo; ni agitar en la misma coctelera el desinteresado politicismo y el corrupto politiquerismo. Recordemos también que la mano del Enviado no bendice la unión del profético cristianismo con el soberbio cristacismo; ni código humano hay que autorice a vivir bajo el mismo techo al generoso altruismo con el detestable ultramismo. Así las cosas, que nadie pretenda fundir en el mismo crisol: fidelidad y servilismo; libertad y chaquetismo;  lealtad y fulanismo; heroicidad y terrorismo; ni conviene añadir a estos patologismos el dedismo, alcaldismo, gauchismo y culturetarismo.