Vivir en la ciudad de Salamanca es lo más a juzgar por las recientes intervenciones del alcalde Alfonso Fernández Mañueco, quien, incluso, piropeó en la recepción oficial ofrecida con motivo del patrón San Juan de Sahagún, al portavoz de la oposición Enrique Cabero, del que resaltó "su permanente vocación de diálogo en beneficio de la ciudad de Salamanca".
Menos mal que reconoció ?este tipo de manifestaciones suelen dispensar un ambiente propicio- que aún no está todo hecho y así abogó por hacer "un esfuerzo de integración, de sumar esfuerzos, de construir, de desterrar los bandos y las confrontaciones, y de hacer la política con mayúsculas como se hizo en la Transición democrática para que Salamanca sea una ciudad en concordia y tolerancia".
En un tono absolutamente conciliador, con la intención, probablemente, de reconducir las críticas en torno a la futura construcción del aparcamiento subterráneo de Comuneros, el regidor opinó que son lícitas -¡faltaría más!- tanto la protesta como la discrepancia, las cuales, a su entender, tienen que ser caminos para buscar soluciones y "nunca un instrumento para bloquear el progreso de las ciudades".
Por si fuera poco, al día siguiente ?más concretamente ayer viernes-, Fernández Mañueco va y hace un balance de sus tres años al frente del Gobierno municipal ?el próximo, seguramente, se hará con tintes electorales- para destacar el compromiso con las políticas sociales, la reducción de la deuda y el esfuerzo inversor para generar actividad económica.
¡Vaya por Dios! acaba de volver a descubrir América. Lógicamente, en épocas de crisis y de vacas flacas, no hay lugar para endeudarse, entre otras razones, porque instituciones superiores lo prohíben, hay que ayudar más a las personas que realmente lo necesitan y hay que hacer que la economía se mueva.
Supongo que los 34.243 desempleados que actualmente existen en Salamanca tendrá otra opinión bien distinta. Ya se sabe, todo depende del lado de la mesa desde el que se miren las cosas.