OPINIóN
Actualizado 14/06/2014
Manuel Lamas

Salió de su boca la palabra,

como espiga madura que, en la era,

vencida, soporta la presión del trillo,

mientras el grano espera la molienda.

 

El trigo, generoso, va formando

una parva sin igual sobre la era.

Y la paja,  vagamente repartida,

con reflejos envuelve la pradera.

 

El sol  hundido  tras en cerro

invita al labrador a su descanso.

El grano y la palabra volverán

con el alba, de nuevo recobrados.


Otra vez, al clarear, la misma escena:

 el grano perdido se recobra.

Asistidos por el viento y el trabajo,

el trigo de la paja se divorcia.

 

Así, la palabra busca sitio,

como espiga madura, tras la siega.

En el pecho del hombre se recluye

y espera, paciente, la cosecha.

 

Pero el joven descuida su labor;

no depura la palabra en su conciencia.

Y el grano misterioso que la forma

perece sin remedio, tras la espera.

 

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