OPINIóN
Actualizado 12/06/2014
José María Moreno

Desde el siglo V antes de Cristo que en Atenas fue acuñada la palabra democracia, muchas vueltas ha dado el mundo, muchas formas de interpretar la democracia, desde Platón y Aristóteles hasta nuestros días.

   Tal como la entendemos hoy día, es dar la posibilidad a todos los ciudadanos para elegir su propio gobierno, y los ciudadanos lo que tenemos que hacer es respetar la voluntad de la mayoría, aunque no nos guste. Aquí viene la parte difícil; siempre hay una minoría que por fas o por nefás siempre busca disculpas intentando imponer sus criterios por encima de la voluntad de la mayoría. En una sociedad como la nuestra, esa minoría malamente representa un diez por ciento. Mientras la mayoría es silenciosa y quiere vivir con arreglo a unas normas establecidas, la minoría pretende continuamente romper esas normas y alborotando en la calle poder conseguir lo que no le dan las urnas.

   El respeto a la democracia y sus principios es garantía de paz y progreso para los ciudadanos, cuando eso se olvida suele ser catastrófico.

   Ahora que hemos tenido unas elecciones al Parlamento Europeo y ha habido alguna amnesia del pasado convendría recordarlo para algunos extremistas de uno y otro lado.

   El nacional socialismo, del iluminado Hitler, que llego al poder en un momento de crisis en Alemania, se olvidó del sentido democrático del poder y se convirtió en un tirano de Alemania y de casi toda Europa. Con la lógica del entendimiento entre extremos, llegó a un acuerdo con el comunista Stalín y decidieron por el Pacto Molotov-Ribbentrop repartirse Polonia donde ambos cometieron auténticas atrocidades: por un lado los campos de exterminio de los nacis, por el otro las purgas llevadas a cabo por el Comisario Beria a las ordenes de Stalin; como recordatorio tenemos los miles de esqueletos de las fosas de Katyn, y los millones de cadáveres por uno y otro bando. Para determinados olvidadizos sería conveniente la lectura del Archipiélago GULAG de Aleksandr Solzhenitsyn

   Si ahora los extremistas vencedores en Francia y sus correligionarios en otras naciones quieren más menoría, recuerden que hace unos días se ha celebrado el setenta aniversario del desembarco de Normandía, es conveniente no olvidar por que se hizo y lamentar la muerte de más de diez mil jóvenes sólo en el primer día.

   Europa y España necesitan democracias fuertes y limpias que impidan que las minorías se adueñen de las calles y a través de esos métodos terminen esclavizando a la mayoría.

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