OPINIóN
Actualizado 12/06/2014
Raúl Izquierdo García

La muy ilustre asamblea de los colores se reunió como cada año. Allí estaban todos toditos los colores, con mejor aspecto si cabe que la asamblea anterior. Es que los colores ganan con los años, como el buen vino. Una vista de pájaro a aquella reunión era formidable: ver a tantos colores reunidos, juntos, daba un aspecto vivo y dinámico a la asamblea.

Pronto, la asamblea centró su discusión en los colores que tendrían que predominar la próxima temporada. Era una discusión muy antigua. El negro y el blanco, sabedores de los muchos seguidores que tenían, defendían a capa y espada sus posiciones.

  • El negro es un color serio, y eso es lo que necesitamos ahora: seriedad. Y la seriedad va de la mano de la verdad, que sólo es una. Por eso tiene que predominar el negro, por encima de cualquiera de vosotros. La tradición me avala: el negro ha sido el color utilizado en los nobles, las jerarquías, los cortejos, lo oficial...

Pero enseguida el blanco respondió:

  • El blanco es el color de la verdad y la verdad sólo es una y es blanca. Todos tenemos que acercarnos al blanco. El blanco tiene también mucha tradición en nuestra historia. Señorías, o blanco o negro. Fuera de esa decisión, acabaremos en el relativismo de los colores.

El color negro asintió. Aunque el blanco era su rival eterno, estaba de acuerdo con la mayoría de las afirmaciones de su contrincante. Blanco o negro, negro o blanco. Fuera de eso, es relativismo y eso es malo. Fuera del blanco o negro no hay verdad, no hay nada.

Un gran murmullo se extendió por toda la asamblea. El resto de colores, en posición muy minoritaria, estaban muy molestos y desconcertados.

El azul tomó la palabra:

  • Como todos ustedes saben, yo, como color azul, no aspiro a ser el color mayoritario y tampoco lo quiero. No quiero que todos elijan el color azul para todo. Pero el azul es muy bonito y también es necesario. Miren el mar, el cielo, los globos azules de los niños....¡los pitufos!
  • Pues yo, como rojo, tampoco quiero que todos tomen mi color siempre. Pero el rojo es necesario. Y además, quiero decirles que me gustan mucho el resto de los colores.

La cara del negro y el blanco era un poema.

                Todos los colores fueron hablando en la asamblea: el rosa, el naranja, el pistacho, el fucsia, el verde limón...

Finalmente, tomó la palabra el color gris:

  • Queridos colores: yo vengo de la mezcla de otros dos, del blanco y el negro. Y estoy muy orgulloso de ser fruto de otros dos colores. Pero pensad en las inmensas posibilidades de belleza que tenemos cuando nos mezclamos unos y otros. La vida es color, multicolor. Eso no es relativismo sino dinamismo, viveza, enriquecimiento, pluralidad creativa... Las posibilidades son inmensas. Señores negro y blanco, pierdan el miedo que les atenaza desde tiempos inmemoriales y sumen, sumen.... con sus matices, pueden hacer que el resto de colores seamos mejores, pero no impongan, no busquen una verdad inmutable que sólo poseen ustedes, que la vida, es de muchos colores, matices y claroscuros...

 

Todos aplaudieron. Todos menos el blanco y el negro, que una vez más, se fueron a casa pensando en que fuera de ellos, todo era perdición y maldad. Qué pena, que no se den cuenta de la vida que hay fuera de ellos, y de las posibilidades, y de las nuevas perspectivas y esperanzas... Habrá que esperar a la asamblea de colores del próximo año... nunca es tarde...

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