OPINIóN
Actualizado 12/06/2014
María García

Gestionar los recursos sanitarios es complicado y más en tiempos de crisis con restricciones cada vez mas importantes. Las plantillas de trabajadores de los hospitales y Centros de Salud son deficitarias y se está trabajando al límite de las posibilidades, la presión cada día es mayor. Es una evidencia la perdida de personal sanitario, las  jubilaciones son plazas amortizadas y la mayoría de bajas por enfermedad no se cubre.

Ahora, con la disculpa del verano, se aprovecha para dar otro golpe al sistema sanitario con el cierre de camas, a pesar de que España es uno de los países europeos con el ratio más bajo de camas por habitantes, que nos aleja, cada vez más, de la media europea. Si bien es cierto que la mayoría de países europeos han reducido el número de camas en sus hospitales, no es menos cierto que lo han compensado ampliando camas para enfermos de larga duración, ubicándolas en otras instituciones para poder dinamizar el movimiento de los enfermos agudos. España adolece de camas de cuidados intermedios y se suplen en los hospitales creando un tapón importante. Los hospitales de agudos no pueden hacer funciones de hospitales intermedios porque no es operativo y el coste asistencial es mayor.

Un año más, nuestros hospitales cierran camas en periodo de verano entre junio y septiembre. Esta práctica se ha convertido en una constante de nuestros gestores sanitarios, con la débil argumentación del descenso de presión asistencial como consecuencia de las vacaciones, pero no cuentan que este descenso se produce, principalmente, por la baja actividad programada. Reducen las intervenciones quirúrgicas incrementando aún más las listas de espera tanto en el número como en el tiempo de espera.

En Castilla y León, la Consejería de Sanidad ha reducido un número importante de camas operativas en todos los hospitales de la comunidad, en Salamanca se cierran 73 camas durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre propiciando más el colapso y los tiempos de espera de los servicios de urgencias en los que también se han reducido las sustituciones en un 50%. No se pueden seguir dando los mismos servicios con menos personal y menos recursos.

Está claro que seguimos profundizando en los recortes, y parece que no tienen fin. Las camas son tan necesarias en verano como en invierno y reducir la programación de las intervenciones y pruebas diagnósticas es una irresponsabilidad.

 

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