OPINIóN
Actualizado 10/06/2014
Luis Márquez

To My Great Friend,...

Cada uno es como es, pensaba Enrick Santiago mientras caminaba como cada domingo, siguiendo los pasos que un día dio Jack the Ripper, y perdiéndose entre el gentío de Brick Lane. Nunca pudo creer que tanto color iluminara una ciudad tan gris, tan grande como pequeña, tan suya como de todos. De camino a casa como siempre, atravesaba The Traitor´s Gate en dirección a Tower Bridge cavilando acerca de las diferencias entre su Tormes y el Thames. Al fin y al cabo eran solo dos palabras, dos letras, dos ríos y dos puentes los que los diferenciaban.

Enrick pasaba los días concubinando sus horas,  e intentando razonar epistemológicamente por qué tuvo que marchar de aquella ciudad tan querida como maldita. A pesar de su gran talento, nunca pudo entender como el brillo de sus piedras revelara tanto gris en su pensamiento.   

El edicto decía literalmente: "Aquellos que defiendan sus principios y valores, suponen un peligro al sistema, y como tal, tendrán vetada su entrada a la ciudad e irán más allá de los márgenes del Tormes y los confines del Thames."

Aquel lugar, donde la lluvia nació antes que el cielo, acogió a Enrick como uno más desde el mismo momento en que puso un pie en sus empedradas calles. Por sus venas corría una mezcla de sosiego y añoranza. Para él, el pasar desapercibido y no sentirse juzgado era como el bálsamo que aliviaba el alma, pero que al mismo tiempo le procuraba pequeñas ulceras de reconocimiento y empatía frustrada.

En honor a la verdad, no podía quejarse. Había dejado atrás una ciudad dominada por Capull-ellos y A-montonescos, donde los primeros, liderados por el ilustrísimo Sr. Muñeco y su séquito de muñequitos, habían conseguido instaurar un régimen pseudo - feudal a base de castas de linaje con aroma a servilismo. Dominaban la ciudad con la dulce aquiescencia de los A-montonescos y generaban de todo, menos trabajo al pueblo. Potenciaban de nada la necesaria creatividad y el emprendimiento, y atacaban vehementemente cualquier vestigio de capacidad e ingenio, yendo en contra de la prosperidad de la urbe. No les convenía. Al final y al cabo, les iba bien con esa especie de neblina mental que habían creado y que no permitía ver más allá de las orillas del Tormes.

De repente esa noche, Enrick se despertó sobresaltado. Inmediatamente se asomó a la ventana y vio iluminadas las catedrales. Respiró profundamente y entendió que estaba en su casa, con su familia, más allá de los márgenes del Tormes. Había sido un sueño, pero la realidad era que a la mañana siguiente cruzaría el puente como todos los días y estaría en esa ciudad tan gris como reluciente, tan pequeña como enorme y tan suya como de ellos. La  diferencia es que ahora, estaba seguro que los traidores estaban dentro.  

 

Traidor es aquel que hace que su principio y valor, sean principio para valerse de lo que hace.

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