OPINIóN
Actualizado 08/06/2014
Paco Blanco Prieto

El aniversario de la napalmización de Phan nos permite maldecir, una vez más, las guerras que llevan al matadero a miles de jóvenes inocentes, mientras los matarifes no salen de los despachos.

Se cumplen hoy cuarenta y dos años de un icono de la vergüenza que dio la vuelta al mundo, estremeciendo el ánimo de quienes contemplaron la imagen dolorida de la "niña del napalm", abandonada a la tortura de quienes juegan a la guerra sin formar parte de la partida.

En plena guerra del Vietnam, un avión sureño arrojó con macabra puntería sobre la población de Trang Bang, una bomba formada por gasolina gelatinosa, concebida por los científicos para alargar la combustión de dicho combustible y multiplicar el efecto de las llamas calcinando toda forma de vida, consiguiendo mayores daños allí donde salpicara con su fuego el maléfico napalm que convierte el lugar por donde pasa en un infierno en llamas.

El fotógrafo Nick Ut que trabajaba para la agencia americana de noticias  Associated Press, estuvo allí para captar con su cámara las quemaduras que el fuego a mil grados dejó sobre el cuerpo desnudo de la niña Phan Thi Kim Phúc, que corría llorando despavorida por la carretera, con la piel hecha jirones, derretida por el fuego.

La fotografía de la barbarie otorgó al autor el premio Pulitzer, quien declaró que su foto marcó el principio del fin de la guerra del Vietnam. La niña de nueve años despellejada por el napalm se convirtió al cristianismo y perdonó a los culpables de las diecisiete operaciones que sufrió de injertos de piel. Y todos los ciudadanos del mundo seguimos maldiciendo las guerras que llevan al matadero a miles de jóvenes inocentes, mientras los matarifes no salen de los despachos.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Foto de la vergüenza