No querría escribir palabras vacías, no sigo la corriente, soy un rebelde natural.
Me gusta la sinceridad, aunque a veces ello implique no decir toda la verdad.
Me siento frente a este papel, pienso sobre quién o qué escribir, me asaltan las dudas y pospongo temas importantes conscientemente.
Escribí bastante en mi mocedad con las hormonas descontroladas, sí, eran "cartas de amor" que acababan sepultadas en un cajón de mi habitación, alguna, llegó a su destino y sorprendentemente mi cara sigue aún hoy e su sitio.
Cuando César me propone escribir una columna con total libertad, acepto desconociendo las consecuencias del reto.
No sé si escribo para alguien o para mi, si alguien lee estas letras o se ignoran, si alguien se mofa, siente o llora. Y Resulta que mi ego se siente bien al plasmar en letras lo que sale desde dentro, es todo un ejercicio de inmersión de este autor apócrifo.
Iluso de mi, intento meterme en la piel de Antonio Gala y "Charlar con Troylo", me aventuro a versear con voz rota al estilo Sabina. ¡Qué me habré creído!. Pero soy así, quiero aprender y lo hago escuchándome.
Cada viernes esta "opinión" se tiñe de mi, si hablara de manzanas sólo lo haría por estar enamorado de ellas, o para descubrir su intenso y fresco sabor en el paladar, o para mostrar que el manzano es capaz de frutar.
Escribo en silencio, para ti y para mi, por un instante nosotros dos, somos uno.
A Pablo que en unos días estará entre nosotros por primera vez.