A la puerta de un conocido cole de Madrid, esta mañana dos infantes discutían. No más de nueve años ni el moreno, ni el rubio (que era el que llevaba la voz cantante en la disputa):
- A ver, Alejandro, esto es mío y es mío.
- ¡Esto es de los dos! Habíamos quedado en eso -replicaba el moreno lagrimeando-.
- Pues ahora digo que es mío y se acabó.
- Es injusto. Tú siempre haces igual: lo tuyo es tuyo y lo mío, lo repartimos.
Me han entrado unas ganas locas de moderar el debate, a lo Campo Vidal, midiendo los tiempos. Pero no lo he hecho. Me he quedado pensando en lo que decía el moreno y en los lugares donde yo he oído otras veces algo parecido.