La historia del Partido Socialista es la historia de una parte de España, desde sus inicios marxistas como defensor de la clase obrera y denunciador de los excesos del capitalismo de rapiña del siglo XIX, hasta su papel protagonista como constructor del primer Estado de Bienestar que ha tenido España en los años 80 del siglo XX.
Ciertamente, a lo largo de esa larga historia, el Partido Socialista ha cometido graves errores en la mayoría de los casos por dos razones principales: la defensa a ultranza de la organización y el tacticismo pragmático en momentos de Gobierno. Las dos razones han alejado al socialismo español de los ciudadanos que en distintos momentos se han sentido traicionados por el PSOE.
En aras del Gobierno, el PSOE se ha olvidado de sus electores naturales, trabajadores y clases medias y ha confundido la igualdad de oportunidades del modelo social-demócrata con un sistema de subvenciones sobre todo en ayuntamientos y comunidades autónomas. El gasto social descontrolado solo crea personas dependientes, no ciudadanos motivados para el trabajo y el esfuerzo.
El resultado de esta política fue el alejamiento de la clase media urbana, agobiada a impuestos, del Partido que mejor la representaba, en parte porque la política económica socialista no se caracterizó precisamente por exigir solidaridad económica a la clase alta del país mediante un sistema impositivo más justo.
Por otra parte, la desindustrialización del país y la falta de una política alternativa, junto con el abandono del campo ha provocado desde el punto de vista político, la atracción de una parte importante de la clase trabajadora y campesina hacia el mensaje de la derecha política y social.
La derecha ha acusado siempre de despilfarro del dinero público al Partido Socialista afirmando que la economía sería mejor gestionada desde la derecha.
Esa afirmación se ha demostrado falsa como muestra la nefasta gestión gubernamental del PP hoy en día y los escandalosos casos de corrupción donde personajes del PP han utilizado el dinero de todos para su beneficio particular y el del propio Partido.
Sin embargo, es un mensaje que ha calado en una parte de la población para quien subir los impuestos para dar mejores servicios públicos les parece aberrante.
Es urgente que el PSOE se refunde volviendo a ser el portavoz de las clases trabajadoras y las clases medias con la finalidad de cambiar un modelo político-social y económico gravemente lesivo para la mayoría del país.
La reflexión debería pasar, en mi opinión, por tres apartados: en primer lugar, repensar el nuevo papel del Estado en un mundo globalizado, reforzando y democratizando la Unión Europea. En segundo lugar, reformular el modelo del Estado de Bienestar fortaleciendo el esfuerzo e iniciativa individuales y sobre todo luchar contra las transnacionales de la economía y la política a través de mecanismos de cooperación europea. Y en tercer lugar, pero no menos importante cambiar el modelo de Partido del siglo XIX, suprimir los hiperliderazgos, limitar los mandatos internos y externos, transparencia ética y económica, individual y colectiva y en definitiva un discurso de ideas y propuestas que reflejen el sentir de los ciudadanos y no el del aparato del partido.