Europa es ya multicolor, consecuencia de muchos factores simultáneos: la decrepitud demográfica autóctona, la respuesta de las antiguas colonias al señuelo de progreso de la metrópoli, la huida en masa desde las bolsas de miseria y explotación... Despreciar a las personas por razón de su origen o sus diferencias de opiniones y costumbres es una aberración propia de regímenes tan repugnantes como el comunismo soviético, el nacionalsocialismo de Hitler y el maoísmo, que comenzaron etiquetando a los disidentes y terminaron en genocidios. Hoy por fortuna no existe el riesgo de llegar a tales extremos y nuestro paisaje humano es ya multirracial.
España ha sido siempre un país de acogida. Aunque sólo sea por su situación geoestratégica, pocos lugares del mundo han visto pasar tantos pueblos, mezclarse tantas razas y ser origen y destino de tantas migraciones. La era de la globalización matiza esta realidad de forma muy significativa. Ya no son pueblos enteros, ejércitos organizados ni colectivos étnicos los que van y vienen; ahora son grupos más o menos heterogéneos de individuos en búsqueda de oportunidades que no encuentran en sus países de origen. Basta tomar el metro en cualquier línea de Madrid, pasear por Las Ramblas o dar una vuelta por La Alamedilla una tarde de domingo para constatar la variedad de procedencia de los hombres y mujeres que conviven con nosotros. Entre las personas de otras razas y culturas que han aportado sólidos materiales a la construcción del edificio de nuestra historia figura El Greco, a quien se rinde homenaje este año. Después de residir en Creta e Italia recaló en Toledo, donde produjo su mejor obra. Hay que decir, de paso, que aunque hoy es reconocido como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, fue ninguneado por los especialistas durante casi tres siglos.
El mestizaje es potencialmente muy enriquecedor. Pues bien, mientras disfrutamos de la presencia de excelentes científicos, futbolistas, músicos, profesionales, artistas y trabajadores de los más diversos ámbitos llegados de todos los rincones del planeta, cargamos con la cruz de ser también el país del mundo con mayor porcentaje de delincuentes internacionales. Las Fuerzas de Seguridad han contabilizado en lo que va de siglo cerca de doscientas bandas dedicadas al crimen organizado en todas sus técnicas y variantes de comercio ilegal de drogas, trata de blancas, esclavitud y explotación laboral, atracos, secuestros, blanqueo y falsificación de dinero... En el cuarto centenario de la muerte del Greco no estamos precisamente para celebraciones porque coincide con el siglo del capo búlgaro Ivo y sus variados congéneres de mafias, cárteles, clanes gitanos y hasta sucursales de la tríada china y la yakuza japonesa.