Vivimos en unos tiempos en los que se menosprecia la experiencia, y ésta a veces está por encima de las encuestas. Yo solo puedo decir, si miro para mis adentros, que no sería quien soy si no hubiera pasado por lo que sé. Así que el ritual se impone y, una vez conocidos los resultados de las elecciones del domingo, toca el análisis y después la extrapolación. Comenzando por el PP, al partido del Gobierno le fallaron más las encuestas que los resultados, de lo que se puede hacer un análisis muy simple: si a ti te pregunta tu jefe a quién vas a votar, la contestación es de libro: "a ti, mi jefe". Luego, como el voto es secreto y Descartes decía que "es prudente no fiarse por entero de quien te haya engañado una vez", la gente no es tonta y huye de tópicos como "la herencia recibida", sabiendo que aquello se trató de un déficit oculto en las comunidades que gobernaba el partido de la derecha, y vota lo que le da la real gana. Pero allá la señora Cospedal y el señor Cañete si siguen sin decir la verdad y en la valoración de urgencia de la noche electoral achacan el mal resultado a "los sacrificios" que han hecho por nuestro país. Todavía no se han enterado que el pueblo no se los había pedido.
Me gustó más la valoración de la señora Valenciano que, aunque se equivocó estrepitosamente en la campaña cayendo en la trampa sobre la cuestión de género de doña Elena Cañete y don Miguel Arias Valenciano mientras la diáspora estaba en la izquierda, sin embargo, la noche electoral, con los resultados en la mano y un talante y un talento digno de defendernos en Europa, asumió con total sinceridad que "hemos perdido". Es de desear que también se den cuenta en su partido que los ocho europarlamentarios que otros le han sustraído al PP en absoluto compensan los nueve que el PSOE ha dejado en el camino.
Ahora, al extrapolar los resultados para próximas elecciones, el PSOE juega con la ventaja de saber dónde están sus votos y qué les ha ilusionado para marcharse a otros partidos. El PP, sin embargo, los tiene tan disgregados, que ni siquiera VOX ha logrado el escaño. Ambos partidos, si no quieren quedarse en la uralita que les han colocado estas elecciones, tendrán que trabajar muy duro.
Lo de IU, pasar de dos a seis eurodiputados, es un claro trasvase natural del voto socialista sin más. Sin embargo, PODEMOS es otra historia. No hay por menos que felicitarles. Han creado una ilusión. Pero es posible que aquí hayan fallado los filtros que apartaron a Pedro Jota de la dirección de "El Mundo" o dieron la portavocía a Marhuenda en "La Razón".
En PODEMOS se ha inoculado el voto de los descontentos del bipartidismo, y su líder, Pablo Iglesias, ha estado cinco meses en campaña y otros tantos de precampaña, es decir, doscientas horas de televisión y encima pagadas. Caso único. Que yo sepa, hasta en el amor se dejan deudas, si no recuerden aquel bolero de María Dolores Pradera que decía: "?cuantas luces dejaste encendidas, yo no sé cómo voy a pagarlas?". Pero Pablo Iglesias, hoy Pablo Catedrales, parece honrado y las pagará. Ahora ha sido el auténtico ganador. Se ha convertido, de la noche a la mañana, en el primero de la "clase" y sacrificando para ello hasta su foto de carnet, que es una habilidad de 1º de Marketing. Me explico: Si fallece Cocó García y nos enteramos por la esquela, ni usted ni yo sabremos quién es esa tal señora, pero si insertamos en ella la foto, enseguida diremos: "Ah, es verdad, es ésta, qué maja era".
Un caso parecido a lo de CIUDADAN'S, cuyo cabeza de lista no era otro que el señor Nart. Y quien no conozca a don Javier y su brillantez sería suspendido en cultura general. ¿Pero imaginan qué hubiera ocurrido si además colocan su foto en la papeleta??
Otro hecho, sin querer quitar méritos a nadie, lo ha protagonizado el señor Pedro J. Ramírez, que ahora ejerce de columnista en "El Mundo", quien le dedicó dos páginas a UPyD el día de la votación, y cuyo titular, ejemplo de discreción, decía: "Por qué votaré hoy a UPyD".
Y, por último, precisamente fue Rosa Díez la que enjuició en la noche electoral la victoria de ERC sobre CiU con estas palabras: "entre el original y la copia la gente se queda con el original".
Lo demás, obviedades.