Esta columna se publica una vez que se han hecho oficiales los resultados de las elecciones europeas. Espero que Primavera Europea, coalición electoral con la que ha concurrido eQuo a estas elecciones europeas, haya obtenido uno o dos escaños, lo que mostraría que, ¡por fin!, en la mentalidad española empieza a cuajar la idea de que es posible hacer las cosas de otra manera. Y en esta construcción de una nueva Europa de los ciudadanos, eQuo siempre ha defendido que la ciudadanía europea no sólo se refiera a toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro, sino a cualquier persona que resida regularmente en nuestro territorio. Para ello, habría que establecer medidas para el fomento de la no discriminación en base al lugar de procedencia, tal como reconoce la Carta Europea de Derechos, a todos los niveles, desde las instituciones públicas hasta, y especialmente en, sus relaciones laborales y derechos sociales.
Quienes creemos firmemente que los Derechos Humanos son inalienables, apostamos con una cobertura universal de los servicios de salud y asistencia sanitaria. Para conseguirlo, habría que desarrollar un Sistema Europeo de Salud con tarjeta sanitaria única, cartera común de servicios sanitarios, Fondos Europeos de Cohesión Sanitaria y la acreditación de servicios de referencia europeos para servicios de alta complejidad. Que no se vuelva a repetir ninguna muerte como la de la niña Anne Ganuza, víctima de la sinrazón de "fronteras" sanitarias? y de esa mentalidad hispana a la que aludo.
Una igualdad, tanto de derechos como de deberes, para todas las personas residentes en la UE, y que tiene que terminar con la discriminación por cualquier motivo, así como con la exclusión social. Nadie es ilegal: todos pertenecemos a la especie humana, independientemente de nuestra raza. Y en España sabemos mucho de mezcla de ellas, pues nuestra historia sólo es entendible desde la mezcolanza étnica: celtas, íberos, romanos, árabes? En eQuo apostamos por la defensa de la Libertad, la Igualdad, la Tolerancia y la diversidad de ideas, creencias y culto para todas las personas, independientemente del lugar en el que se encuentren.
Obviamente, las instituciones europeas, así como de todos los estados miembros, serán laicas, impidiendo medidas que apoyen, o persigan, a una determinada confesión o religión, siempre y cuando no haya coartación de libertades y derechos por parte de ellas. En esto también somos especiales, pues cada vez es más fuerte la influencia de la jerarquía católica en nuestras administraciones, e independientemente del partido en el gobierno.
Vivir no debe ser una obligación impuesta por nadie, por eso hay que defender el derecho a elegir las condiciones y circunstancias para finalizar nuestra vida de la forma más acorde a nuestra propia dignidad y valores individuales, si así lo hemos expresado anticipadamente. Debemos contar con una asistencia de calidad, y respetuosa de los cuidados paliativos, en situaciones terminales. Es decir, debe haber una regulación del derecho a la eutanasia. E, igualmente, nadie como las propias mujeres para decidir sobre su embarazo.
Actualmente encontramos sobre la mesa, y en todo el planeta, el tema de dejar de criminalizar las conductas de consumo de drogas, tan beneficiosas para mantener mafias y mercados negros, tanto de las propias drogas como de armas. Además de tomar nota para el manejo de dicha legalización, para lo que ya ha habido ejemplos en países variados, hay que procurar dotar de asistencia y tratamiento, tanto para la reducción de daños como para la desintoxicación, a quienes lo necesiten. Dejemos de rasgarnos las hipócritas vestiduras y démonos cuenta que el alcohol y el tabaco son drogas duras, causantes de más de sesenta y cinco mil muertes anuales en nuestro país [http://bit.ly/1r0LyaV]. En el caso de las drogas duras, se constatan unos 800 decesos anuales? y de las drogas blandas no hay constancia de defunciones.