OPINIóN
Actualizado 24/05/2014
José Fermín Rozas

Este mes nos han vuelto a sobresaltar graves atropellos en la ciudad y entorno, así como con un sorprendente accidente el miércoles 21, con un desgraciado balance. Es un problema que no para, y para el que no aparecen soluciones con la misma celeridad que para resolver otras "urgencias" como aparcar hasta el infinito. Es desesperante insistir sobre lo aberrante que resulta que alguien pueda morir por no saber ordenar la convivencia en una ciudad, siendo esta el mejor exponente de ello precisamente.

Los atropellos se repiten año a año prácticamente en las mismas calles, pero las intervenciones siguen primando la apuesta por el coche. Según parece la "religión" del Ayuntamiento le prohíbe poner pasos de peatones sobreelevados, muy útiles para obligar a reducir la velocidad; iluminar pasos de patones invisibles por la noche, o simplemente colocar los pasos donde son útiles y no obligar a estúpidos rodeos (que muchas veces evita el peatón cruzando por donde está desprotegido). Por no recordar por enésima vez la falta de pasos de peatones para mantener recorridos sin invadir "antirreglamentariamente" la calzada, ¿habré citado alguna vez este problema en el cruce de la Avenida de Italia con Álvaro Gil, por ejemplo?

Por si acaso no queda claro que lo que importa es el coche y no los que caminan, la nueva rotonda de la UDS (cruce de Torres Villarroel con Avenida de Portugal) mantiene ese diseño tan del gusto municipal, un buen compendio de errores. Se alargan los recorridos peatonales moviendo los pasos de peatones, como ya ocurrió en la Plaza de España. Se pintan tres carriles para coches, cuando la experiencia muestra que en estas rotondas los conductores se comportan como si sólo hubiera dos. Y para justificar esos tres carriles se mantiene el tradicional error de poner un "apartadero" para el transporte público en la avenida de Portugal, por si alguien tenía alguna duda de quién tiene la prioridad en la calzada: el coche con 1'3 ocupantes o el autobús con decenas de pasajeros. Llevo años esperando una rotonda para ese cruce, pero el resultado casi me hace pedir que lo dejen como está.

Por último, la farola derribada por una cosechadora sobre una mujer en la avenida de Salamanca. No entiendo cómo a las autoridades de tráfico les parece más seguro que máquinas de esas dimensiones circulen por el interior de una ciudad, que su desvío por una carretera de circunvalación (aunque sea una autovía).

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