OPINIóN
Actualizado 24/05/2014
Fructuoso Mangas

En su Oda a las cosas rotas Pablo Neruda comienza invocando "al río irrevocable de las cosas" y las va declarando rotas entre nostalgia y fatalidad porque, dice al final, "vivieron conmigo media vida y morirán conmigo media muerte".

Medio en broma y medio en serio podemos hacer lista humilde de cosas rotas casi como terapia que no como deseo de remedio o restauración. Entre tantos estropicios, ¡cada generación los hace!, no es fácil reducir la lista a lo que aquí cabe.

Cosa rota el antiguo trato entre vecinos, cuando se vivía en el portal y ni se cerraba la puerta, con un patio interior que era la casa de todos. Cada vecino era alguien, con su biografía conocida y su rostro reconocido. Nunca era, como a veces ahora, un bulto sospechoso junto a la escalera. Cosa rota el  lápiz Joan Sindell nº 2 y la goma de borrar MILÁN y la Dalmau Carles de media vida y el domingo como fiesta de guardar.

Cosa rota la fuerza incorruptible de la palabra dada en trato o promesa, más fuerte que cualquier variante inesperada que sobreviniera y con más peso que la pesa más pesada en la balanza de las honestidades diarias. No había tratos-basura ni cláusulas en la letra pequeña del silencio ni siquiera supuestas ventajas preferentes a precio de casi nada. Cosa rota el triciclo, tan deseado, y el 600, tan utilitario, y la sopa de ajo, tan de casa, y el médico de cabecera (¡qué expresión!), tan familiar, y el papel de calco en la Pluma 22, tan eficaces entonces los dos.

Cosa rota el sentido religioso de la vida, aun con sus muchos defectos  y algunos inconvenientes, que ayudaba a su modo a levantar la cabeza y la mirada, acompañaba en el camino y alentaba el oscuro tránsito del puente con el adelanto y esplendor de la orilla que viene. Ahora, demasiadas veces, que cada uno se las arregle con su carpediem a cuestas y cierre los ojos mirando a otro lado, al que le digan. Cosa rota la escritura a mano y el libro amigo y el poema aprendido de memoria y el guiño de las estrellas en la noche y la peripecia tan asombrosa de las fases de la luna decidiendo variables y fecundidades y el canto del grillo y la lentitud del tiempo y el acompasado compás de las horas y?

Una lista interminable de cosas rotas, que ni Canción triste de Hill Street ni nuestras cosas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir ni hay novedad sin desechos ni nacimiento sin algunas roturas. Y como norma, reponer cada roto con tejido nuevo y cada cosa buena rota superarla con otra mejor. Que en eso andamos y tampoco nos va tan mal comparando tiempos y cosas?

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