A mí me encanta la sopa, pero eso hoy es lo de menos, porque el protagonista del noticiero es Joaquín Salvador Lavado Tejón (Quino) y, por supuesto, Mafalda. Ya la estoy viendo ataviada para recibir el Premio Príncipe de Asturias o llamando a la Policía por las calles de Oviedo porque las moscas tienen la fea costumbre de ir desnudas.
Hay en Quino una extraña urdimbre de humanismo roto y pesimismo alegre. A veces, la ternura asoma por sus trazos como un periscopio que escruta la superficie. Es verdad que queda en los fondos marinos mucha más vida. Vida profunda que no siempre cabe en una viñeta. No es para preocuparse demasiado: al niño de San Agustín tampoco le cabía todo el agua del mar en un hoyo.