OPINIóN
Actualizado 23/05/2014
Natividad Cabezas García

Cuando residía en Salamanca, la gente me preguntaba que de qué pueblo era, cuando salí a vivir a otra ciudad, que de qué ciudad, y al salir al extranjero, que de qué país. He aprendido que soy ciudadana del mundo, porque de cada lugar y de cada persona llevo algo en mi vida.

Viajo, como decía Machado, ligera de equipaje, con una maleta, pero llevo en esa maleta un equipaje que no se ve y que es el más imprescindible e importante, ese que se va formando poco a poco, día a día con las vivencias, con las lágrimas de la adaptación a los nuevos lugares, con los momentos de dicha y los de desesperación, pero sobre todo llevo en esa otra maleta la dicha de conocer personas, costumbres, idiomas, religiones y estilo de vidas diferentes a la que yo aprendí en mi infancia.

Cuando llego a un aeropuerto y veo gente con tres, cuatro y cinco maletas, me pregunto qué llevarán, ¡cuánto peso en su vida!

Vivir siempre con la maleta cerca me ha ayudado a saber desprenderme de lo inútil y superfluo, a darme cuenta que vivimos en una sociedad de consumo que nos atrapa y nos abruma.

He aprendido a llevar en mi maleta todo el bagaje invisible, pero que es el que me ayuda a empezar otra aventura, quizá en otro país, otra ciudad u otro pueblo, al final somos ciudadanos del mundo.

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