El candidato del Partido Popular a las elecciones europeas Sr. Cañete, la semana pasada, en el debate político, salto varios exabruptos asegurando que "El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado. Porque si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa" además de otras perlas machistas y misóginas que dejan muy limitado intelectualmente al que las hace.
Con estas declaraciones el Sr. Cañete ha demostrado su mal perder en el debate con la candidata socialista Elena Valenciano, donde no levantaba los ojos del papel, confundiendo estadísticas con deseos y del que salió derrotado. Su ego fue dañado. No asumió sus carencias que sustituyó por exabruptos, dejando ver el resentimiento y su verdadera cara, la arrogancia, altanería y soberbia de macho herido muy propio de la mediocridad de políticos que nos gobierna. Dicen que la arrogancia es la manifestación de la debilidad, el miedo secreto hacia los rivales, y eso es lo que le paso al señor Cañete.
La inteligencia no es cuestión de género, depende de cómo cada persona la desarrolle y, a estas alturas no es necesario entrar en discusiones filosóficas ni hacer alegatos a favor de las mujeres porque cualquier persona normal conoce y entiende la valía e inteligencia de las mujeres. Esta sobradamente demostrada su capacidad y profesionalidad, además de saber defenderse solas "porque pueden y lo valen".
Las declaraciones del Sr. Cañete son graves, y espero que en Europa tomen nota de este candidato al Parlamento Europeo y a sus aspiraciones para ser comisario de economía. Quiero recordar que un candidato italiano, que también aspiraba a ser comisario, por unas declaraciones contra los gays, fue rechazado.
Pero esta cultura misógina no es espontánea, sigue practicándose en los partidos políticos por algunos personajes como este, tanto en la izquierda como en la derecha. A los partidos políticos se les llena la boca hablando de igualdad, pero la verdad, es que solo garantizan la igualdad formal y ponen obstáculos y resistencia (ahora de forma más sutil) a la igualdad real. Aunque para ser justos también hay que señalar que muchas mujeres colaboran para que esto siga sucediendo. Vemos, una vez más, como las mujeres del P.P., son domesticadas y ante las declaraciones del Sr. Cañete, unas callan y otorgan mientras otras lo disculpan.