OPINIóN
Actualizado 21/05/2014
Fernando Segovia

Puntualizo que es envidia de lo inglés. Y es que en estos días de tanto anuncio, de tanto debate, de tanto cartel con cara de político patrio, y de tanto europeísmo de bote, tan barato, veo un reportaje sobre arquitectura inglesa (en la dos, otra vez la dos, cáchis) y reflexiono sobre todo lo visto y mi escepticismo europeísta crece y crece. No es sólo la arquitectura (que acaso también), sino el mensaje que se transmite en todo el reportaje y cuanto eso significa. 

       Empezamos por el idioma que ellos mismos han convertido en universal. Y es que su inglés (el de las islas) sí que es eufónico, preciso, y en nada parecido al inglés de Norteamérica, que semeja se hablase demasiado alto, con piedras en la boca para la pronunciación y cierta prepotencia sonora, y bastante menos eufónico, pienso yo. Los ingleses aparecen con modales y vestimentas que les son bastante propias. Identificables. Ese cierto glamour en el aspecto que les diferencia. Y son reconocibles en sus rasgos y en sus modos. Y nada digamos de sus músicas. Encima el paisaje y las arquitecturas diferencian bien su cultura y le dan ese aire añejo como pueblo y de propia y sólida identidad cultural. Tan inglés todo. 

      Además Europa les importa pero nunca eclipsa su manera de ver y entender la política común y su especial soberanía. Tienen moneda propia. Regulan su valor a su conveniencia. Fijan sus intereses y, sin menospreciar alianzas con los vecinos, caminan seguros y con mayor independencia que el resto de la Unión. Los dictados de Alemania, Francia y la Europa Norte parece que les traen más al pairo. Su monarquía se consolida como la mejor arraigada y mucho más seria que todas las demás. Perfectamente asentada y respetada. Y parecen no tener tanto político estrella y descabezado como se lleva ahora por el resto del continente. O los controlan mejor, acaso. 

     ¿Qué quieren que les diga? Pues sí, que esto de ver el antedicho reportaje de la dos ha afectado a mi idea sobre el dichoso europeismo que ahora nos toca soportar. Eso me ha convencido más que el machacón debate de anoche sobre Europa (¿?) con nuestros dos primeros espadas. Ya les digo, sana envidia. Nada como asomarse al mundo. 

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