"El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de superioridad intelectual, o lo que sea, parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa". Con esta frase el cabeza de lista del PP al Parlamento Europeo, Miguel Arias Cañete, intentó justificar el pasado viernes su debacle en el debate electoral que mantuvo con la socialista Elena Valenciano el día anterior. E intentando evitar aparentar lo que demostró ser, un machista que piensa que los hombres son superiores intelectualmente a las mujeres, recordó a una España no tan lejana en la que las mujeres necesitaban permiso de sus maridos para abrir una cuenta bancaria o salir del país.
El día anterior, ante una conmemoración vinculada a las familias, el Presidente del Gobierno grabó un mensaje en vídeo en el que, elevando a la familia a categoría de institución que debe ser salvada por encima de todo, pedía que se "aguantase" para salvarla aunque las situaciones fuesen de dificultad. ¿A qué situaciones se refería? ¿También cuando una mujer sea maltratada por su marido debe aguantar para salvar a la familia? Me pareció una declaración lamentable y digna de otra época.
Y este sábado, al finalizar el partido de fútbol que enfrentó al Barcelona y al Atlético de Madrid, que hizo campeón de liga a este último, el comentarista de televisión aseguró que el campeón lo había sido porque sus jugadores se habían comportado "como hombres". Utilizar la palabra "hombre" como sinónimo de persona con capacidad de lucha o entrega continua me parece un estereotipo retrógrado que pensé que se había superado.
España en los últimos años había conseguido encabezar las políticas de igualdad y superar el lastre del machismo que dominó nuestra sociedad durante décadas. Creo que es una obligación no retroceder. Y ello difícilmente se conseguirá si los representantes públicos realizan declaraciones tan vergonzosas como las del Sr. Cañete, de las que aún ni se ha retractado ni pedido disculpas.