OPINIóN
Actualizado 19/05/2014
Rubén Martín Vaquero

Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura. Platón.

Un chico de unos trece años asoma la cabeza por la puerta abierta de par en par de la Sala de Profesores y grita sin dirigirse a nadie en concreto:

  -¿Está Pepe?

  -¿Qué Pepe? ?se interesa uno de los profesores que, con esfuerzo, levanta la vista del informe que está redactando para los asesores ministeriales que han venido a traernos la Excelencia. Los demás ni lo oyen. Están enfrascados rebuscando en su fantástica formación pedagógica las causas del fracaso de sus alumnos.

  -El de Física ?replica el chico con seguridad.

  -No -responde el mismo profesor.

El alumno se marcha rezongando su disgusto. Al poco rato escucho como a un profesor mayor, de unos cincuenta y seis o cincuenta y ocho años que acaba de entrar en la Sala, le estaban comentado que un chico le buscaba.

  -Pepe, ha venido un alumno preguntando por ti.

  -Que quería ?se interesa Pepe-, acabo de salir de una entrevista con la madre de un alumno ?se justifica.

  -No lo ha dicho.

Al ponerle cara a Pepe, descubro que es un catedrático de Física Cuántica que estuvo de director en el Instituto en el que yo cursé mis estudios. Sorprendido me acerqué a saludarlo. No me reconoció aunque se alegró de que compartiésemos profesión.

  -Este es un oficio extraordinario ?se veía que lo suyo era vocacional-, porque trabajamos con personas.

  -Bueno? -dije moviendo la cabeza con escepticismo-, acaba de venir un alumno llamándote Pepe a voces. Aparentaba una falta absoluta de respeto y educación.

  -No te apures ?me dijo riendo-, son los tiempos. Los padres nos llaman de usted y los hijos de tú. Nos lo merecemos por ignorantes y fantasiosos Hace años fomentamos el tuteo en las clases en pro de una Enseñanza en libertad. Pretendíamos renunciar y denunciar a la Enseñanza autoritaria y represiva que habíamos recibido en nuestra adolescencia. Buscando la proximidad y la familiaridad borramos las distancias del usted y ascendimos a nuestros alumnos a la categoría de iguales, convencidos de que ellos entenderían ese paso y comenzarían a aprovechar el tiempo y a estudiar por el placer de aprender. ¡Qué error! Los alumnos no sólo no han estudiado más, sino que nos han rebajado a su altura, haciéndonos sus iguales y negándonos el principio de autoridad en el aula. Ya no basta que la Enseñanza sea obligatoria y gratuita hasta los dieciséis años, ahora reclaman un sueldo como el de los profesores por venir a hacer como que estudian.

  -Me parece increíble ?acerté a decir.

  -Pues es una realidad como acabas de ver ?me aclaró- Y lo más grave es que este problema, del que somos responsables, ha trascendido fuera de las aulas y ha contagiado a toda la sociedad. La falta de respeto se ha extendido como una epidemia de mal gusto y  es corriente ver como la gente joven tutea a los ancianos o los insulta como si fueran sus iguales. Han liquidado el respeto y no lo han sustituido por el cariño.

Uno de los profesores que estaba escuchando nuestra conversación, se acercó a dar su punto de vista.

  -Me llamo Antonio y procedo de un Instituto de Madrid, donde el claustro tomó la decisión de volver a usar el "usted" en el trato con nuestros alumnos. La medida fue impopular pero terminamos implantándola. Mi sorpresa fue ?continuó hablando-, cuando al venir trasladado a este Instituto los alumnos comenzaron a llamarme "Toni". Intenté cortarlo explicándoles que tengo dos carreras universitarias y dos oposiciones al Estado, por lo que me he ganado el derecho a que se me llame con don. "Ya sabéis" ?les dije- "soy don Antonio, con don". Y desde entonces me llaman el Condom.

  -Pero? ¿cómo puede funcionar un sistema educativo si una de las partes no asume el papel del que aprende y el otro del que enseña?

  -Deja, deja. Podía ser peor ?Pepe seguía sonriendo-, vengo de una reunión con la madre de uno de mis alumnos y cuando le he explicado que su hijo ha rebautizado a los profesores, a los ordenanzas y hasta a la señora de la cafetería. Se ha echado a reír y me ha dicho: "No me negará usted la gracia que tiene mi chico cuando a uno le llama Tuercebotas, a otro Cagalástimas, al Jefe de Estudios Caracandao y al Director Masca. Incluso se rumorea que la sala donde ustedes marginan a los expulsados, fue él quién la empezó a llamar Guantánamo. Esto me parece un exceso. Probablemente se deba a su fama de creativo, porque ni él ni yo sabemos lo que significa, aunque a mí me suena a champú."

  -¿Y a ti como te llaman? ?le pregunto a Pepe para ir haciéndome una idea de lo que me esperaba.

  -Lucky Luke ?respondió.

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