y canta coplas a los chopos viejos
que cansados del frío y de la lluvia
perfuman la ribera de nostalgia.
Como si fuera nieve el polen blanco
de las flores roza la luz del agua,
y entretiene a los juncos y los patos
y muere entre las sábanas tendidas.
Se oye temblar al viento de la tarde
y un rumor de elefantes y de armas
cruza despacio hasta el Humilladero
donde los niños ladran a la muerte.
Hoy no es lunes pero se oye al fondo
el alboroto de mujeres tristes
que regresan en barca a sus labores
y se lavan el pelo con cerveza.
Muy lejos del amor canta una rana
verde sobre una calavera fría
y en los tejados de las altas torres
se oye chillar de amor a los vencejos.
El cielo golpeado, con las nubes
moradas, rememora el calor
de la tormenta de las noches últimas
y despide con frío a las urracas.
Y en el agua tiritan los paisajes
y se moja los pies la catedral
y se mira coqueta en el espejo
de agua. Sueñan las carpas de oro
con el humo, con las bellotas rojas,
dulces, en los cabellos de la encina.
Y el Lazarillo ronca recostado
junto al toro de piedra, silencioso.
Y el ciego que abusó, tal vez, del vino
sueña despierto con la primavera.
Todo está en paz. Las horas, los recuerdos,
la soledad del río con su piel
de nailon. Ya se durmió el horizonte,
dejo en la orilla seca un par de lágrimas.