OPINIóN
Actualizado 17/05/2014
José Antonio Mirón

Estamos en primavera, época de floración, de pólenes, de estornudos y, por tanto, de procesos alérgicos que constituyen un padecimiento cada vez más frecuente y que padecen las personas por la forma de responder nuestro organismo a las agresiones antigénicas del medioambiente como organismos -virus, bacterias, hongos- y sustancias inertes -polvos y fibras- frente a las que se defiende mediante un sistema de defensas celulares e inmunológicas. 

El organismo dispone de un sistema de defensa innata, que es general y global y de un sistema de defensa adaptativa que es más complejo y específico para eliminar microbios y otras sustancias nocivas o extrañas. Por razones no adecuadamente conocidas, aunque se sospecha un importante factor hereditario, algunas personas, cada vez más, producen grandes cantidades de anticuerpos del tipo inmunoglobulinas IgE frente a proteínas (antígenos) que se encuentran en el ambiente.

La enfermedad o padecimiento asociado a estos procesos alérgicos y que está aumentando en las últimas décadas es el asma, siendo más frecuente en niños hasta la adolescencia y aumentado en adultos a partir de la tercera década. Se ha convertido en la enfermedad crónica más frecuente en la infancia con un gran componente genético, dado que se ha documentado que el 50% de los asmáticos tienen antecedentes familiares de primer grado con asma. Frente a esta explicación causal existe la hipótesis de la higiene, tomando como base los cambios producidos en el entorno y que provocan aumento de la frecuencia en los niños cuando acuden a las guarderías, la menor frecuencia de asma en niños del medio rural y en niños que han padecido múltiples infecciones. Esta hipótesis trata de explicar la menor frecuencia de asma y otros procesos alérgicos en base a un ambiente higienizado y, por tanto, poco inmunizante. La realidad es que se trata de una posible explicación, pero no está suficientemente fundamentada y probada con estudios y en base a evidencias científicas.

Existen básicamente dos tipos de asma, intrínseco o no alérgico y extrínseco o alérgico, que provocan síntomas de forma intermitente con períodos asintomáticos. Entre los alérgenos que pueden provocar y precipitar un ataque asmático, falta de aire y sibilancias o ruidos al respirar provocados por obstrucción reversible de las vías respiratorias, se encuentran los ácaros que se encuentran en colchones, sofás, alfombras y moquetas de zonas cálidas con humedad alta. Otros alérgenos son los pólenes y algunos animales domésticos como el gato, hámster, conejo, perro, etc.

La prevención de estos procesos está en evitar los alérgenos mediante educación sanitaria y ambiental y si no es posible o no ha funcionado la prevención primaria recurrir al tratamiento prescrito por un profesional médico mediante broncodilatadores y/o antinflamatorios e inmunoterapia.

Por último, conviene reflexionar sobre la cada vez más frecuente alergia extrínseca social que tiene su origen en las disfunciones del sistema sociopolítico y democrático y por quedar impunes aquellos principios de peter´s que han vivido demasiado tiempo de la incompetencia y en los límites de la legalidad. Para evitar estos alérgenos y controlar este fenómeno social y poder vivir una respirable vida democracia es necesario abrir las ventanas y ventilar, las Administraciones y los partidos, para que fluyan de nuevo los valores éticos y los principios como la responsabilidad, la legalidad y el compromiso social. Así tendremos muchas posibilidades de vivir saludablemente, aceptando las alergias estacionales y compartiendo horizontes sociales y medioambientales.

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